St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Los Altibajos de Nuestro Camino a Jesús 2019-9-15 Fr. Roberto Spanish

 

 

Homilía para el 24° Domingo de Tiempo Ordinario – Año C

P. Roberto Corral, OP

Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA

15 septiembre 2019

 

Título: Los Altibajos de Nuestro Camino a Jesús

Tema: Hacer nuestras vidas todo por Jesús es un camino que tiene altibajos.

Lecturas: Éxodo 32, 7-11, 13-14; 1 Timoteo 1, 12-17; Lucas 15, 1-10

 

Estoy seguro de que muchos de ustedes han escuchado la frase, “el camino de la vida.” Y es cierto que la vida es como un camino que tiene altibajos, giros y vueltas sorprendentes y bastantes desvíos. ¿Cuántos de ustedes dirían que tu vida ha sido así? Yo también. Y también diría que nuestra vida espiritual podría describirse de la misma manera. También es un camino de altibajos, de avanzar y retroceder, porque todos tenemos tiempos buenos y tiempos difíciles en nuestra relación con Dios, nuestra relación con nuestra Iglesia Católica y en vivir nuestra fe. Por ejemplo, ¿no es cierto que a veces puedes sentirte muy cerca de Dios y, sin embargo, otras veces puedes sentir que Dios está lejos, que te ha abandonado o que ni siquiera existe? ¡No me digan que soy el único que se ha sentido así!

 

Nuestro camino espiritual incluye los altibajos de nuestra relación con nuestra Iglesia Católica, porque probablemente ha habido momentos en los que nos hemos sentido orgullosos de ser católicos, y otros en los que nuestra Iglesia nos ha decepcionado o incluso nos ha avergonzado. Y, finalmente, las luchas en nuestro camino espiritual pueden provenir de nuestros propios pecados, errores tontos y problemas que hemos creado para nosotros y para los demás. Por todas estas razones, nuestro camino espiritual puede ser difícil, complicado e incluso doloroso a veces. Noten en sus folletos que recibieron al entrar en la iglesia, que el dibujo en la primera página es una forma de retratar que nuestro caminar para hacer nuestras vidas todo por Jesús ¡no es nada fácil!

 

Esta es la segunda semana de nuestra serie de predicación titulada, "Todo Por Jesús", y el punto que quiero hacer hoy es que, incluso cuando tratamos de hacer que nuestras vidas sean todo por Jesús, no significa que el camino sea fácil o derecho...o sin pecado. Y nuestras lecturas de hoy comprueban esa realidad porque todas hablan de caminos espirituales que están llenos de problemas, errores y pecados de debilidad, ira, arrogancia y traición. Sin embargo, la buena noticia es que nuestras lecturas también hablan de  la asombrosa gracia, el perdón y el deseo de reconciliación de Dios.

 

Por ejemplo, en la primera lectura de hoy escuchamos acerca de parte del camino de los israelitas en el desierto. Dios los había rescatado después de 400 años de esclavitud a los egipcios y había logrado grandes milagros en su nombre a través de Moisés. Los israelitas acababan de hacer una alianza con Dios y prometieron honrarlo y obedecerlo. Entonces, ¿qué hacen los israelitas en la lectura de hoy? ¡Traicionan a Dios y a su alianza con él por fabricar y adorar a un becerro de oro! Y sin embargo, a pesar de esa traición tan terrible, al final de la lectura, Dios los perdona. El pecado se vence por la gracia.

 

Luego, en la segunda lectura, Pablo se refiere a su propio camino espiritual a Jesús muy imperfecto: según él, fue blasfemo, perseguidor, arrogante y el peor pecador del mundo. Pero al final de la lectura, Pablo dirige un himno de alabanza a Dios porque Jesús fue paciente y misericordioso con él. El pecado se vence por la gracia. Y finalmente en el Evangelio tenemos una de las más bellas y queridas historias de la compasión y misericordia de Dios en toda la Biblia con la parábola del hijo pródigo. Mis hermanos y hermanas, el mensaje en todas nuestras lecturas de hoy es difícil de perder: ¡nuestro Dios es un Dios de gracia asombrosa y amor inquebrantable e infinito! ¿Amén? ¡Amén! ¡Nuestro Dios es un Dios que nos da segundas oportunidades y décimas oportunidades y milésimas oportunidades! ¿Amén? ¡Amén! Este es el Dios que Jesús vino a mostrarnos. Este es el Dios a quien Jesús quiere llevarnos en nuestro camino espiritual. Y este es el Dios que quiere que hagamos de nuestras vidas todo por Jesús su Hijo.

 

Entonces, mi pregunta para ti hoy es la misma que te pregunté la semana pasada: ¿Dónde estás en tu camino espiritual? ¿Estás caminando bien o has topado con un obstáculo en el camino? ¿Has sido como los israelitas en la primera lectura: culpable de traicionar a Dios al poner tu tiempo, energía y confianza en los falsos dioses del dinero, el trabajo, la carrera, la apariencia o una adicción de un tipo u otro? ¿Has sido como Pablo en la segunda lectura: culpable de juzgar, condenar o herir a otros, de ser terco, arrogante y de mente cerrada y no estar dispuesto a escuchar a otros  o a ver algo bueno en ellos? ¿Has sido como el hijo pródigo en el Evangelio: rebelde, absorto en ti mismo y enfocado en tus propias necesidades, deseos y placeres, no tomando en cuenta cómo eso pueda dañar a otros?

 

Bueno, la realidad es que todos somos pecadores, todos somos culpables de darle la espalda a Dios no solo una o dos veces, sino una y otra vez. Pero la buena nueva que nuestras lecturas nos dan hoy, la buena nueva de nuestra fe católica cristiana, mis hermanos y hermanas, es que donde quiera que te encuentres en tu camino espiritual – subiendo o bajando, yendo recto, de lado o hacia atrás – Dios te ama y quiere ayudarte a seguir avanzando en tu caminar. Este mensaje es para todos nosotros aquí, pero especialmente para aquellos de nosotros que estamos luchando en nuestra relación con Dios; aquellos de nosotros que dudamos o nos hemos alejado de nuestra fe, o hemos pecado terriblemente. Dios te está diciendo ahora: “¡Te amo! Te perdono! Vuelve a mí y déjame ayudarte a aprender de tus errores. Déjame sanarte y fortalecerte para que sigas adelante. No puedes hacerlo solo”.

 

Hermanos y hermanas, ninguno de nosotros es prisionero de nuestro pasado. La asombrosa gracia de Dios siempre puede vencer cualquier error, cualquier decisión o pecado horrible, que tú y yo hayamos cometido o cometeremos. Y, por donde sea que estemos en nuestra relación con Jesús ahora, siempre hay esperanza de que podamos mejorarla.

 

Ya terminando esta homilía, me gustaría que hagamos algo que puede ser un desafío para algunos de ustedes. Quiero que tomemos lo que yo llamo un "minuto para Jesús". Me gustaría que respiren profundamente, y si quieren cerrar los ojos, y piensen en Jesús en este momento...

 

Jesús no está tanto "allá afuera" en alguna parte, sino aquí con nosotros. Él está aquí contigo. De hecho, él está dentro de ti. El camino a Jesús no es realmente un camino hacia afuera; es un camino hacia tu corazón, hacia tu ser más profundo y verdadero. Así que ahora, me gustaría que imaginaras a Jesús a tu lado o dentro de tu corazón y alma, y que solo digas su nombre: "Jesús". Puedes decirlo en tu mente, pero te animo a que lo digas suavemente en voz alta. Di el nombre de Jesús una y otra vez, suavemente...Jesús, Jesús, Jesús...

 

Di su nombre sobre todo nombre como una invitación para que venga a ti de una manera más profunda y completa... Jesús, Jesús, Jesús...

 

Di su nombre como una expresión de tu amor por él y tu deseo de perdón, sanación, y fortaleza... Jesús, Jesús, Jesús…

 

Repitan después de mí: Señor Jesús, ayúdame en mi camino hacia ti. Entra en mi corazón de una manera más profunda. Amén.