St. Dominic Catholic Church

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Homilies


¡No Te Conformes con Menos! 2019-11-10 P. Roberto

 

 

Homilía para el 32° Domingo de Tiempo Ordinario – Año C

P. Roberto Corral, OP

Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA

10 noviembre 2019

Título: ¡No Te Conformes Con Menos!

Tema: Dios quiere darnos mucho más de lo que podemos imaginar, especialmente en la Misa.

Lecturas: 2Macabeos 7, 1-2, 9-14; 2Tesalonicenses 2, 16-3, 5; Lucas 20, 27-38

 

Uno de mis hermanos y su esposa siempre han disfrutado salir a cenar a restaurantes muy buenos. Cuando sus dos hijas llegaron a cierta edad, mi hermano y mi cuñada comenzaron a llevar las niñas con ellos a estos restaurantes para que las niñas comenzaran a apreciar comida rica. Pero una y otra vez, las chicas se quejaban de que no les gustaba la rica comida francesa o italiana, los mariscos deliciosos o los filetes jugosos que se les ofrecían en estos excelentes restaurantes. ¿Saben lo que las chicas preferían? ¡Ir a McDonald's! ¿Pueden creerlo? Las chicas prefirieron una pequeña hamburguesa grasosa y papas fritas a una comida real, ¡una comida realmente genial! En otras palabras, mis sobrinas estaban dispuestas a conformarse con mucho menos de lo que se les ofrecía.

 

Pues, yo diría que los saduceos en el Evangelio de hoy son algo como mis dos sobrinas. Los saduceos le hacen a Jesús esta pregunta engañosa y complicada sobre una mujer casada con siete hermanos en seguido; todos se mueren y van al cielo Entonces, los saduceos le preguntan a Jesús a quién estará casada la mujer en el cielo. Le hicieron esta pregunta porque los saduceos no creían en el cielo ni en la resurrección. Para los saduceos, esta vida era todo; una vez que te moríais, te dejabas de existir. En otras palabras, los saduceos, como mis sobrinas, estaban dispuestos a conformarse con mucho menos de lo que se les ofrecía, mucho menos de lo que Dios quería para ellos. Entonces, Jesús, en su respuesta a la pregunta, estaba tratando de decirles que lo que Dios quiere para ellos – y para todos nosotros – no es solamente esta vida, sino también la vida eterna. Luego Jesús trata de explicarles que la vida en el cielo es mucho más que simplemente una continuación de esta vida y las relaciones que formamos aquí, por muy buenas que sean, porque Dios quiere mucho más para nosotros.

 

Ahora, por favor, comprendan que Jesús no está disminuyendo la importancia del matrimonio o de las otras relaciones que formamos en esta vida. Y no está diciendo que en el cielo estas personas no vayan a ser importantes para nosotros; ¡claro que sí lo serán! Sin embargo, Jesús está diciendo que, en el cielo, incluso la profundidad y la belleza del mejor amor en la tierra se palidecerán en comparación con lo que Dios nos tiene reservado. Y eso es porque, en el cielo, nuestras relaciones, toda nuestra naturaleza humana, todo nuestro amor, alegría y bondad serán infinitamente intensificados, absorbidos en y transformados por completo por el amor de Dios. ¡Tú y yo no podemos imaginar cómo será el cielo!

 

Entonces, mi pregunta para todos nosotros hoy es: ¿Es posible que a veces somos, como los saduceos, conformándonos con mucho menos de lo que Dios quiere darnos, no solo en la vida eterna, sino también en esta vida? Desafortunadamente, yo diría que, para muchos católicos, la respuesta es sí. Por ejemplo, Dios quiere tener una relación personal, significativa y profunda con cada uno de nosotros, y muchas veces nos conformamos con mucho menos. Muchos católicos a menudo nos conformamos con una relación casual y distante con Dios que requiere simplemente decir unas cuantas oraciones de vez en cuando, venir a Misa cuando nos den las ganas, e intentar ser más o menos una buena persona. ¡Lo que Dios quiere para nosotros es mucho más que ese tipo de relación superficial!

 

Uno de los mayores regalos que Dios nos ofrece como católicos es la Misa, y por eso, en esta nueva serie de predicación, quiero enfocarme en exactamente lo que Dios nos ofrece en la Misa. En muchos sentidos, la Misa está en el centro de nuestra fe católica; es nuestra oración y acto de adoración más importante. Y, sin embargo, yo diría que la gran mayoría de los católicos no sabemos ni apreciamos lo que sucede en la Misa ni por qué es tan importante. Entonces, durante las próximas semanas de esta serie, eso es exactamente de lo que quiero hablarles. Hablaré de nuestra creencia en que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre de Jesús; no es simplemente un símbolo. Les diré que cada Misa es el conjunto de Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua.

 

Y hoy, debido a que nuestras lecturas hablan tan potentemente sobre la resurrección y la vida eterna, quiero comenzar esta serie sobre la Misa diciéndoles que cada Misa que celebramos confirma nuestra creencia en la resurrección y la vida eterna. Más que eso, en cada Misa participamos en la vida eterna porque en cada Misa nos unimos con los ángeles, los santos y nuestros seres queridos fallecidos en el cielo mientras adoran a Dios. Permítanme repetir eso: en cada Misa nos unimos con los ángeles, los santos y nuestros seres queridos fallecidos en el cielo mientras adoran a Dios. Lo capaz es que, en este momento en el cielo – por dondequiera que sea – todos los ángeles poderosos de Dios, todos esos santos que admiramos, y todos nuestros seres queridos en el cielo que tanto amamos están adorando a Dios. Y cuando celebramos la Misa aquí en la tierra, nos unimos a todos esos seres celestiales y ellos están aquí con nosotros. ¡No estoy inventando esto! Así lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC): “...por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos” (# 1326).

 

Déjenme explicárselo de otra manera. Por favor, consulten a su folleto que recibieron al entrar en el templo, en la página uno. Pueden ver una fotocopia de una pintura preciosa y famosa de Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – viviendo en la eternidad y rodeados y adorados por los ángeles, los santos y todos nuestros seres queridos que están en el cielo. Luego, el óvalo de abajo, donde dice "vida terrenal", representa toda la creación, incluidos tú y yo, y todos los seres humanos aquí en la tierra. Cada vez que celebramos la Misa, es como si “abriéramos una puerta o un pasaje” al cielo y a la eternidad. Y entonces ves las palabras "la Misa" al lado de ese pasaje que nos une a todos los que están en el cielo adorando a Dios.

 

Lo que estoy diciendo es que, aquí y ahora en esta Misa, aunque no podemos verlos u oírlos, todas esas personas y seres angélicos están con nosotros y nosotros con ellos mientras adoran a Dios, ¿No es asombroso? Y hay una pequeña pista en cada Misa que nos recuerda que eso es lo que está pasando. Es cuando el sacerdote dice el "Prefacio" – la oración justo antes del "Santo, Santo". El Prefacio siempre termina con éstas o semejantes palabras: “Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo... Santo, santo, santo”, etc. [Prefacio VII de los domingos en el tiempo ordinario]. Así que imagínense: lo más cerca que puedes estar de tus seres queridos fallecidos es cuando estás en Misa. ¡Están aquí contigo ahora mismo y también lo están los ángeles y los santos!

 

Ahora, la cosa es que esta unión de la tierra y el cielo ocurre en cada Misa, ya sea una Misa diaria o una Misa dominical; ya sea una gran Misa papal con un millón de personas o una pequeña Misa con solo una o dos personas; ya sea una Misa emocionante y llena de espíritu con fabulosa música y predicación, o una Misa que es fatalmente aburrida donde el sacerdote te pone a dormir y la música es horrible. En cada Misa, lo sientas o no, lo creas o no, estás unido al cielo y el cielo está unido a ti porque éste es el regalo de Dios para ti y para nosotros en la Misa. Esta es una de las razones por la que la Misa es tan importante para nosotros los católicos.

 

Entonces, mis hermanos y hermanas, apenas estamos comenzando a tener una comprensión más profunda de lo que realmente sucede en la Misa y por qué es tan importante. Dios nos ofrece mucho en cada Misa; así que no seas como los saduceos en el Evangelio de hoy, y no te conformes con menos de lo que Dios quiere que tengas. No te conformes con que la Misa sea simplemente una obligación que tienes que cumplir, o algo que simplemente haces cuando te den las ganas. Ven a Misa todas las semanas, únete con los ángeles, los santos y todos tus seres queridos fallecidos, y dale a Dios las gracias y alabanzas que se merece, y recibe todo lo que él quiere darte. ¿Amén? ¡Amén!