St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Aférrate a Jesús Pase lo que Pase 2019-11-17 P. Roberto

 

 

Homilía para el 33º Domingo del Tiempo Ordinario – Año C

P. Roberto Corral, OP

Iglesia Santo Domingo, Los Ángeles

17 de noviembre de 2013

 

Título: Aférrate a Jesús Pase lo que Pase

Tema: Pase lo que pase, Jesús está presente en la Misa y en la Eucaristía para que puedas aferrarte de él.

Lecturas: Malaquías 3, 19-20; 2 Tesalonicenses 3, 7-12; Lucas 21, 5-19

 

Hace unos 25 años tuve la maravillosa oportunidad de visitar a la ciudad de Roma por primera vez. Había tantos sitios hermosos y tanta cultura, historia, arte, ¡y tanta riquísima comida italiana! Fue realmente una experiencia fabulosa y conmovedora. Y ¿saben lo que más me conmovió cuando estuve allí? No era el Vaticano ni la basílica de San Pedro ni ninguna de las otras hermosas iglesias; no era el Coliseo ni las otras antiguas ruinas romanas; no era ninguna de las exquisitas obras de arte ni ninguno de los museos. Por fascinante e impresionante que fueron todas esas cosas, lo que más me conmovió fue mi visita a las catacumbas. Se me enchinó la piel al caminar en esos túneles y cámaras subterráneas utilizados por los cristianos católicos hace casi 2.000 años para celebrar la Misa y adorar a Dios, para enterrar y honrar a sus muertos y, a veces, para escapar de la persecución romana.

 

Para los cristianos en los primeros tres siglos de la existencia de la Iglesia, vivir su fe fue, a veces, muy peligroso porque podrían haber sido arrestados, torturados e incluso asesinados simplemente por ser cristianos o por ir a misa. Mientras caminaba en las catacumbas, me hice la pregunta: "¿Cómo podrían vivir esos cristianos? ¿Cómo podrían vivir con tanto peligro y riesgo en sus vidas?" La única respuesta que se me vino a la mente fue que su experiencia de Jesús en sus corazones, en la comunidad cristiana y en la Misa debe haber sido tan profunda e importante para ellos que estaban dispuestos a arriesgarse a perder todo, incluso a sus propias vidas.

 

En el Evangelio de hoy Jesús habla de la destrucción del templo de Jerusalén, del fin del mundo, de la persecución, del juicio y también de la necesidad de perseverar en la fe y tener coraje frente a todas esas cosas difíciles. Suena bastante aterrador, y no estoy seguro de todo lo que Jesús esté tratando de decir en este Evangelio, pero creo que básicamente está diciendo a sus discípulos: “Pase lo que pase a su alrededor, incluso si parece que el mundo está llegando a su fin, incluso si son traicionados por familiares y amigos, sepan que estoy contigo. Solo aférrense a mí y, de alguna forma, seguirán adelante". Bueno, no sé de todos ustedes, pero yo necesito de esas palabras consoladoras de Jesús en mi vida hoy. “Pase lo que pase a tu alrededor, saber que estoy contigo. Solo aférrate de mí y, de alguna forma, seguirás adelante.

 

Bueno, yo diría que a lo largo de los 2.000 años de la existencia de nuestra Iglesia, a través de todos los altibajos de los siglos, una de las principales formas en que los cristianos católicos nos hemos aferrado a Jesús, especialmente en los tiempos difíciles; una de las formas principales en que hemos creído que él está realmente con nosotros es en la Misa y especialmente en la Eucaristía. La Misa es el corazón de nuestra fe católica, y la Eucaristía es el corazón de la Misa.

La semana pasada, al iniciar esta serie de predicación, mencioné que en cada misa nos unimos con los ángeles, los santos y nuestros seres queridos fallecidos en el cielo mientras adoran a Dios. Dije que es como si se abriera una puerta o un pasaje aquí mismo en nuestra iglesia y nos uniéramos a todos esos seres celestiales mientras adoran a Dios. Hoy, lo que quiero decirles es que la razón principal por la que la Misa ha sido tan importante para nosotros los católicos a lo largo de los siglos es porque creemos que durante la Misa el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Siguen pareciéndose, oliendo, sintiéndose y sabiendo a pan y vino, pero se han cambiado. En el Concilio de Trento en el siglo XVI, nuestra Iglesia proclamó oficialmente por primera vez lo que los católicos habíamos creído desde el principio: que Jesús está completamente presente en la Eucaristía: su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Eso significa que no es solo una presencia espiritual o simbólica de Jesús; ¡Él está verdaderamente presente en la Eucaristía cuando celebramos la Misa! ¿Amén? ¡Amén!

 

Ahora, creo que todos estarán de acuerdo conmigo en que la homilía de la misa es importante, ¿verdad? Y también la música y la hospitalidad son partes importantes de la Misa. ¡Pero la presencia de Jesús en la Eucaristía, el hecho de que él nos da su cuerpo, sangre, alma y divinidad en cada Misa es la parte más importante de la Misa! ¡Eso significa que incluso cuando la homilía es fatalmente aburrida, la música es pésima y la hospitalidad es inexistente, Jesús todavía está 100% presente y se entrega completamente a nosotros en la Eucaristía! ¿Amén? ¡Amén!

 

En los últimos años, se han realizado varias encuestas que muestran que cada vez menos católicos creen en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Esto no solo es triste, sino que va en contra de una ola masiva de consistente creencia, enseñanza y testimonio católicos a lo largo de los siglos que se remontan al mismo Jesús. Por ejemplo, los invito a pasar a la página uno de sus guías de reflexión para la homilía y ver la primera cita de las Escrituras del Evangelio de Mateo de la Última Cena. Observen que Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre". No dijo que esto es un símbolo de mi cuerpo y sangre o que podría ser mi cuerpo y sangre o piensa en mi cuerpo y sangre cuando haces esto. Las palabras de Jesús en el griego original del Evangelio de Mateo, así como en los Evangelios de Marcos y Lucas y la carta de San Pablo a los Corintios en la página uno, son muy explícitas y definitivas. No hay otra forma de interpretar o entender estas palabras. Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo; esta es mi sangre". Y, como Jesús era Dios en la Última Cena, tenía el poder de cambiar el pan y el vino en su cuerpo y sangre, ¿verdad? Y debido a que Jesús todavía es Dios, continúa teniendo el poder de cambiar el pan y el vino en su cuerpo y sangre a través del sacerdote hoy.

 

En la página dos de su guía hay otras Escrituras que se refieren a la Eucaristía que confirman que Juan el evangelista y Pablo el apóstol creían en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Luego, en la página tres, hay unas pocas de muchísimas citas de generaciones posteriores de cristianos que dan testimonio de esa misma creencia, incluido Martin Lutero, el primer reformador protestante del siglo XVI. Aunque Martín Lutero dejó la Iglesia Católica y comenzó su propia denominación cristiana, no abandonó su creencia de que la Eucaristía realmente es el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

 

Ahora, nadie puede probar que el pan y el vino realmente se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, y nadie puede refutarlo tampoco, pero lo que sí puedo probar y lo que quiero que entiendan hoy es que, sin lugar a dudas, durante 2,000 años, la Iglesia Católica ha creído y enseñado, de todo corazón y de manera consistente, que durante la Misa, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

 

Entonces, mis hermanos y hermanas, Jesús nos dice en el Evangelio de hoy que debemos aferrarnos a él pase lo que pase. Por lo tanto, aunque algunos de nuestros sacerdotes y obispos católicos han cometido abuso y lo han encubierto, ¡aférrate a Jesús en la Misa y en la Eucaristía! Aunque algunas personas dicen que la Iglesia Católica está pasada de moda y sin remedio, ¡aférrate a Jesús en la Misa y en la Eucaristía! Aunque luchas o estás en desacuerdo con algunas enseñanzas de la Iglesia, ¡aférrate a Jesús en la Misa y en la Eucaristía! Aunque  algunas otras denominaciones cristianas, algunos intelectuales y ateos dicen que la Eucaristía es solo pan y vino, ¡aférrate a Jesús en la Misa y en la Eucaristía! Cuando el mundo parece que se está derribando, cuando estás luchando en tu vida, cuando las cosas no salen como quieres, cuando te has desviado del camino recto, cuando estás lleno de dudas, miedo o ira, ¡aférrate a Jesús en la Misa y en la Eucaristía! Pase lo que pase, mis hermanos y hermanas, Jesús está aquí para ti en la Misa y en la Eucaristía. Solo aférrate a Jesús, y, de alguna forma te seguirás adelante.