St. Dominic Catholic Church

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Homilies


El Gran Final 2019-11-24 Cristo Rey P. Roberto

 

 

Homilía para la Solemnidad de Cristo Rey del Universo – Año C

P. Roberto Corral, OP

Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA

24 noviembre 2019

 

Título: El Gran Final

Tema: Cada Misa es el gran final del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua.

Lecturas: 2 Samuel 5, 1-3; Colosenses 1, 12-20; Lucas 23, 35-43

 

¿Cuántos de ustedes han visto grandes espectáculos de fuegos artificiales, tal vez en Disneyland o en alguna gran celebración de independencia? ¿Y qué es lo que sucede cuando ese espectáculo de fuegos artificiales llega a su fin? Siempre tienen un gran final, ¿verdad? En otras palabras, le ponen un gran esfuerzo y terminan con lo más ostentoso, ¿qué no? Bueno, la fiesta de hoy de Cristo Rey es el último domingo y el gran final del año litúrgico de la Iglesia. Nuestro año litúrgico católico comienza con Adviento y Navidad donde nos preparamos y celebramos el nacimiento de Jesús hace 2.000 años en Belén. Y luego nuestro año litúrgico nos lleva a través de las temporadas de Cuaresma y Pascua donde celebramos la culminación de la vida terrenal de Jesús en su sufrimiento, muerte, resurrección y ascensión. Luego, hoy, la Iglesia resume todo el ciclo de la vida terrenal de Jesús, todo lo que hizo por nosotros, y resume nuestra fe en Jesús con el gran final de Cristo Rey, donde proclamamos que el pequeño bebé nacido en Belén, fue el mesías e Hijo de Dios que finalmente fue crucificado, murió, resucitó de entre los muertos, fue glorificado a la derecha del Padre, y ahora es el Rey de todo el universo: ¡el gran final!

 

Como hoy termino esta serie de predicación sobre la Misa, quiero decirles que la Misa es como la fiesta de hoy de Cristo Rey en que resume para nosotros todo lo que Jesús hizo por nosotros y todo lo que Jesús es para nosotros, y lo hace presente para nosotros. Esto es porque cada Misa que celebramos es Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua. Permítanme repetir eso: cada Misa que celebramos es el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua. Lo que estoy diciendo es que la misa no solo nos recuerda del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua sino que la Misa en realidad ES Jueves Santo, ES Viernes Santo y ES Domingo de Pascua. Esto es lo que enseña nuestra Iglesia y es exactamente lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La liturgia cristiana [la Misa] no solo recuerda los eventos que nos salvaron sino que los actualiza, los hace presentes (# 1104). Esta cita está en sus guías de homilía en la página 4.

 

Espero que su respuesta a todo eso sea, "¡Guau!" Porque significa que en cada Misa que celebramos, no solo recordamos a Jesús y lo que hizo por nosotros, sino que estamos allí con Jesús en la Última Cena el Jueves Santo; estamos allí con Jesús cuando murió por nosotros en la cruz el Viernes Santo; y estamos allí con Jesús cuando resucitó de la muerte el domingo de Pascua. Llamamos a estos tres momentos el misterio pascual. Son los momentos más importantes en la historia del universo porque son el gran final de la vida de Jesús en este mundo, y sobre todo son el gran final de nuestra salvación cuando Dios logró vencer al pecado y a la muerte y nos otorgó la vida eterna. ¡Esto, mis hermanos y hermanas, es lo que Dios nos ofrece en cada misa! Como dije hace dos semanas, sea la Misa es grande o pequeña, sea emocionante o aburrida, si la sientes o no, si lo crees o no, cada Misa es siempre el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua. ¿Amén? ¡Amén!

 

Entonces, ¿por qué crees que Dios nos ofrece todo esto en cada misa? Bueno, en primer lugar es porque nos ama mucho. Pero también diría que es porque Dios quiere que imitemos lo que hizo Jesús el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua. En esos momentos del misterio pascual, Jesús ofreció al Padre todo su ser: su vida, su sufrimiento y muerte, su resurrección y glorificación, y también le ofreció al Padre el mundo y toda la creación por la que estaba dando su vida.

 

Entonces, lo que Dios quiere que hagamos en la misa es ofrecerle todo nuestro ser, nuestros seres queridos y nuestro mundo. Esta ofrenda nuestra a Dios está simbolizada por el pan y el vino que traemos al altar en el ofertorio y el dinero que le ofrecemos a Dios en la colecta. Esas ofrendas se traen al altar, y el sacerdote las toma y se las ofrece a Dios. Entonces, cada vez que vengas a misa, te animo que, en ese momento de la misa, hagas ese ofrecimiento a Dios. Te invito a decirle a Dios en ese momento: “Señor, junto con ofrecerte a tu Hijo Jesús, te ofrezco todo lo que tengo: mi amor, mi agradecimiento y alabanza, mi tiempo, energía y dinero; mis alegrías y penas, mis esperanzas y sueños; mi pasado, presente y futuro; mis seres queridos y el mundo entero”. Luego, ¿qué es lo que Dios hace con nuestra ofrenda? Él hace lo que hizo con la ofrenda de Jesús el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua; o sea, toma nuestra ofrenda, la bendice y la transforma, y luego toma a nosotros, nos bendice y nos transforma. Él bendice el pan y el vino que ofrecemos y lo transforma para convertirse en el Cuerpo y la Sangre de su hijo Jesús, y luego nos bendice a nosotros y nos transforma para convertirnos en el Cuerpo de Cristo en este mundo. En otras palabras, cuando nos ofrecemos a Dios, él nos da el deseo, la gracia y la fuerza para ser como Jesús en el mundo.

 

Entonces, mis hermanos y hermanas, en esta serie de predicación, he tratado de darles una comprensión más profunda de lo que sucede en la Misa y por qué es tan importante para nosotros venir a Misa. Hace dos semanas, les dije que en cada Misa nos unimos a los ángeles, los santos y a nuestros seres queridos fallecidos en el cielo mientras adoran a Dios; nos unimos a ellos y ellos se unen a nosotros aquí en la misa. La semana pasada dije que en cada misa Jesús nos da en la  Eucaristía su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Y hoy les estoy diciendo que en cada Misa experimentamos Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua. Todo esto es el tesoro que Dios nos ofrece en cada misa; ¡no podría darnos más que eso!

 

Ahora bien, la pregunta que nos queda es, ¿qué le estás dando a Dios cuando vienes a misa? Déjame hacerles esa pregunta de otra manera: ¿qué crees que Dios quiere de ti en la misa? Déjenme decirles lo que creo que Dios quiere de nosotros en la misa.

  1. Creo que Dios quiere que vengas a misa todas las semanas, no de vez en cuando, no solo cuando nos den las ganas o cuando sea conveniente, sino todas las semanas porque él se lo merece y nosotros lo necesitamos. Necesitamos recibir de Dios todo lo que él nos quiere dar en la Misa.
  2. Creo que Dios quiere que llegues a tiempo y que no te vayas temprano. Si continuamente llegas tarde y/o sales temprano de la Misa, es un insulto a Dios y a esta comunidad que está reunida para dar culto a Dios.
  3. Creo que Dios quiere que vengas a misa a adorar y no solo a mirar. La misa no tiene la intención de entretenernos; está destinada a ayudarnos a ofrecernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y nuestro mundo a Dios; para ayudarnos a construir nuestra comunidad parroquial; para que demos de nosotros mismos, y no solo para recibir.
  4. Creo que Dios quiere nuestra atención mientras estamos aquí. Por supuesto, siempre habrá momentos en que estemos cansados, perezosos, distraídos o aburridos, pero al menos tenemos que tratar de darle lo mejor a Dios.

 

Así que, en esta fiesta de Cristo Rey, demos gracias a Dios por todo lo que nos ha dado en Jesús y en la Misa. Y en esta Misa y en cada Misa a la que venimos, unámonos para ofrecer a nuestro Dios a Jesucristo nuestro Rey, a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a  nuestro mundo para su gloria. ¿Amén? ¡Amén!