St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Nuestra Hambre Más Profunda 2020-8-2 18° Domingo Año A P. Roberto

 

 

Homilía para el 18º domingo año A
2 de agosto de 2020
Parroquia Sto. Domingo, Los Ángeles, CA
P. Roberto Corral, OP

Título: Nuestra Hambre Más Profunda
Tema: ¿De qué tenemos hambre? ¿Con qué nos alimentamos?
Lecturas: Isaías 55, 1-3; Romanos 8, 35, 37-39; Mateo 14, 13-21

Les he predicado antes que cuando era joven, el sueño de mi vida era jugar baloncesto profesional para los Lakers de Los Ángeles. Ese sueño alimentó mi corazón y mi alma desde que tenía 10 años hasta que me gradué de la universidad. Era lo que ansiaba más que cualquier otra cosa en la vida.

Fueron años divertidos que jugué al basquet; Aprendí mucho de los deportes durante mi juventud. Pero, como pueden ver, nunca llegué a ser un Laker; nunca realicé ese sueño. Ahora tengo más de sesenta años, y ahora ni siquiera puedo impresionarles haciendo girar la pelota de basquet en mi dedo como solía hacerlo hace años. Para ser honesto, ni siquiera he jugado un partido de basquet en años, y eso está bien porque mis sueños han cambiado, lo que anhelo ha cambiado, y lo que me alimenta ha cambiado.

De lo que sueño ahora no es ser capaz de lanzar un slam dunk, o sea un donqueo fuerte; sino, ahora como sacerdote, y especialmente como párroco de esta parroquia, sueño de ayudar a los católicos y a otros a convertirse en discípulos de Jesucristo y de cómo llevar a nuestra comunidad parroquial a un mayor nivel de compromiso con su fe. ¡Eso es lo que me motiva; eso es lo que me alimenta ahora!

Pero de alguna manera, de lo que he soñado toda mi vida realmente no ha cambiado después de todo. Lo capaz es que lo que realmente he ansiado toda mi vida es la misma que cada uno de nosotros anhelamos en el fondo de nuestro ser. Si somos realmente honestos con nosotros mismos, creo que lo que todos anhelamos en última instancia es tener un propósito en nuestras vidas: queremos que nuestras vidas signifiquen algo. Y yo diría que nuestras lecturas de hoy nos presentan una invitación para alimentar esa hambre básica que tenemos.

En el Evangelio, Jesús da mucho a la gente: la sana, la enseña y luego alimenta a más de 5,000 hombres, mujeres y niños. Pero este Evangelio no se trata simplemente de que Jesús le haya dado a mucha gente pan y pescado para cenar en una ocasión, y no se trata simplemente de que Jesús los haya sanado a muchos de sus enfermedades, ¡por asombrosos que hayan sido todos esos milagros! Este Evangelio se trata principalmente de que Jesús les dio a estas personas lo que más necesitaban y ansiaban: significado y propósito en sus vidas.

A pesar de su pobreza y su opresión a manos de los romanos y la clase alta, a pesar del trabajo pesado de su vida cotidiana, a pesar de sus continuos problemas, sufrimientos y preguntas sin respuesta, lo que Jesús les dio fue la esperanza de que sus vidas significaban algo para alguien. En otras palabras, Jesús les mostró que le importaban a Dios y que él los amaba.

Y al hacer esto, Jesús cumplió lo que el profeta Isaías había dicho 600 años antes en la primera lectura de hoy. Allí, el profeta habla en nombre de Dios ofreciendo una invitación a sus contemporáneos que han vivido la aniquilación de Jerusalén y de su amado templo y que ahora están exiliados en Babilonia. A través de Isaías, Dios les dice: “Sé que has sufrido mucho, pero quiero que sepas que aún te amo y que tu vida todavía tiene sentido. ¿Tiene hambre de entender el significado de tu vida? ¡Entonces ven a mí y come y sé satisfecho! Encuentra lo que estás buscando. No necesitas dinero para comprar lo que tengo para ofrecer, es gratis, todo lo que tienes que hacer es pedirlo". Y Dios y Jesús nos ofrecen la misma invitación hoy: “¿Quieres significado y propósito en tu vida? ¿Quieres la vida misma? Entonces ven a mí."

Nuestras lecturas de hoy nos desafían a hacernos dos preguntas importantes. La primera es: "¿Qué es lo que realmente deseo en mi vida?" Creo que si somos verdaderamente honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta de que nuestra hambre más profunda no es por nada que el dinero pueda comprar, por agradable que sea. Y no es algo físico que queramos en lo profundo de nuestros corazones: está más allá de lo físico, es mucho más profundo que eso. Es un anhelo en nuestros corazones encontrar un amor que dará sentido y propósito a nuestras vidas. ¿Estoy en lo cierto o estoy equivocado? Piénsalo.

La segunda pregunta que nuestras lecturas nos llaman a hacernos es la más desafiante y difícil: "¿Cómo estoy satisfaciendo esa hambre profunda que tengo?" Creo que realmente necesitamos luchar con esta pregunta porque muy a menudo desperdiciamos mucho tiempo y energía en nuestras vidas persiguiendo las cosas equivocadas para satisfacer esa hambre profunda en nuestros corazones. Y eso es precisamente lo que Dios dice a través de Isaías en la primera lectura: “¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?” Me imagino que Dios seguido nos hace esa pregunta porque a menudo pensamos: “Si solo tuviera el trabajo correcto, la pareja adecuada,  si nuestra familia estuviera más unida, si tuviéramos una casa más agradable, si solo pudiera tener el cuerpo perfecto, o la seguridad de un buen plan de jubilación o seguro suficiente, si tan solo pudiera ganar la lotería...entonces encontraría felicidad, paz y satisfacción". Todas estas son cosas buenas en sí mismas, y está bien trabajar duro para conseguirlas. Pero ninguna de ellas, ni siquiera todas juntas, puede realmente satisfacer nuestra hambre más profunda.

Y eso, mis hermanos y hermanas, es porque nada, ninguna persona, ninguna relación, ningún éxito, nada en absoluto puede darnos a ti y a mí el significado, el propósito, la felicidad, la paz y el amor que todos anhelamos. Solo Dios puede llenar ese anhelo en nuestros corazones. ¡Solo Dios!