St. Dominic Catholic Church

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Homilies


¿Tienes Hambre O Estás Lleno? 2020-10-11 P. Roberto

Homilía para el 28° Domingo de Tiempo Ordinario – Año A
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA
11 de octubre de 2020

Título: ¿Tienes Hambre o Estás Lleno?
Tema: ¿Tienes hambre de Dios o estás demasiado lleno?
Lecturas: Isaías 25,6-10; Filipenses 4,12-14, 19-20; Mateo 22,1-10

Una de las grandes experiencias en nuestras vidas es comer algo cuando tenemos mucha hambre, ¿verdad? Nos deleitamos en cada mordida de esa comida, y hasta chupamos los dedos. Aunque no sea muy rica la comida, de todos modos la disfrutamos porque teníamos tanta hambre. Y al contrario, si estamos demasiado llenos, no se nos antoja ni siquiera la comida más rica del mundo, ¿verdad? Mi punto es éste: si tenemos hambre, comeremos y saborearemos la comida. Pero, si estamos llenos, incluso la comida más rica no se nos apetecerá. 

Este mismo tipo de lógica también se aplica a nuestras vidas espirituales. Si tenemos hambre espiritual, hambre de Dios y de las cosas de Dios, vamos a alimentarnos y a saborear todo lo que Dios nos ofrece. Al contrario, si estamos demasiado llenos, llenos de nosotros mismos, llenos de nuestro ego, nuestra agenda o nuestros deseos, todo el alimento que Dios quiere darnos simplemente no nos llamará la atención porque estamos llenos de esas otras cosas.

Esta es la dinámica que acabamos de escuchar en el Evangelio de hoy. Un rey da un banquete de bodas para su hijo. Ahora bien, en el tiempo de Jesús, uno de los mayores privilegios que uno podría recibir era ser invitado a cenar con el rey. Pero en la parábola, ¡los invitados se niegan a venir! ¿Por qué? Precisamente porque están demasiado llenos de sí mismos, o sea, ponen diferentes pretextos porque simplemente les faltaba el interés de aceptar la invitación. 

Entonces, después de ser rechazado por estas personas, el rey invita a todos – los buenos y malos – a su festín. Jesús obviamente les está diciendo a los sumos sacerdotes y a los ancianos que ellos son los invitados al banquete de Dios, y están rechazando la invitación de Dios por rechazar a Jesús y a sus enseñanzas. Ellos están tan llenos de sí mismos y de su manera de pensar, de su forma de hacer las cosas y de vivir su religión que no tienen lugar para Dios en sus vidas. Por eso, Dios ha invitado a todos los demás a su banquete, incluso a los pecadores y a los indignos, y estas personas sí aceptaron la invitación de Dios porque tenían hambre de lo que Jesús les estaba ofreciendo.  Reconocieron su necesidad de Dios en sus vidas; no estaban llenos como los líderes judíos. 

Ahora, la cosa es que esta Escritura no está dirigida solo a los líderes religiosos judíos de hace 2,000 años; también está destinado a hablar y a desafiar a nosotros hoy. Todos y cada uno de nosotros aquí tenemos hambre: hambre de ser felices, hambre de tener propósito y significado en nuestras vidas, hambre de tener la paz. ¿No es así? Entonces, Dios nos está ofreciendo una invitación a satisfacer esas hambres que todos tenemos.  Nos está invitando a un festín de su amor, gracia y bendiciones en nuestras vidas a través de Jesús. 

Entonces, mis preguntas para cada uno de nosotros hoy son éstas: ¿tienes hambre o estás lleno? ¿Te das cuenta de que necesitas de Dios hoy y todos los días en tu vida? ¿Tienes hambre de Dios y de las cosas de Dios? ¿Es decir, tienes hambre de tener amor, propósito y felicidad en tu vida? ¿Tienes hambre por un profundo sentido de alegría y paz que solo Jesús puede dar? ¿O estás demasiado lleno: lleno de tu agenda, de tu ego, de tus cosas o de tu deseo de control? ¿Crees que vas a encontrar la felicidad, significado y paz en tu vida por las cosas de este mundo?

Yo me pongo a pensar en todos los católicos que nunca, o muy pocas veces, asisten a Misa; que no leen la Biblia, que solo oran cuando quieren algo. Pienso en las personas a quienes no les interesa su fe católica y no quieren crecer en ella porque están tan ocupados y llenos de otras cosas. Y yo pienso: ¡se están perdiendo tanto! ¡Si pudieran simplemente probar un poco de lo que Dios les está ofreciendo en ese banquete tan rico! Pero incluso para nosotros que asistimos a Misa con regularidad, hay mucho más que Dios quiere darnos. ¡Hay tanta profundidad en Dios y en nuestra fe católica; siempre hay más que recibir! Dios es una adicción – una buena adicción: o sea, cuanto más experimentes a Dios, más quieres de él. ¿Amén? ¡Amén!

Antes de terminar, quiero acordarles de la segunda colecta de hoy para apoyar a los  frailes estudiantes de nuestra provincia dominicana. Ésta es la única vez en todo el año que pedimos su ayuda para nosotros los dominicos. No recibimos ningún centavo de la arquidiócesis para la formación de nuestros seminaristas. Así que dependemos totalmente de ustedes y de su generosidad. Tenemos la dicha de tener a 36 frailes estudiantes en formación. Y estos frailes tienen una tremenda hambre de Dios y de llegar a ser hermanos permanentes o sacerdotes dominicos. Por eso les pido que sean generosos en nuestra segunda colecta de hoy después de la comunión. 

En fin, hermanos y hermanas, Dios nos está invitando a cada uno de nosotros a alimentarnos en el banquete de su amor, gracia y bondad: ciertamente aquí en la Misa, pero también en nuestros ministerios, retiros, grupos de oración y de la Biblia. Espero que aprovechen de estas oportunidades y espero que todos reconozcamos nuestra hambre de Dios en nuestras vidas.