St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Deja que Gane el Amor 2020-10-25 P. Roberto

 

 

Homilía para el 30º Domingo del Tiempo Ordinario – Año A
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA
25 de octubre de 2020

Título: Deje que el Amor Gane
Tema: El amor verdadero siempre gana.
Lecturas: Éxodo 22, 20-26; 1Tesalonicenses 1, 5c-10; Mateo 22, 34-40

Mi hermano mayor, Tonio, murió de un ataque cardíaco en 2017. En ese momento, él y mi cuñada habían estado casados durante 57 años. Desafortunadamente, durante los últimos diez años de su matrimonio, mi cuñada sufría del Alzheimer. Durante los primeros siete años de su enfermedad, mi hermano trató de cuidarla en casa lo mejor que pudo, pero finalmente reconoció que no podía darle el cuidado que necesitaba, y tuvo que enviarla a un centro de cuidados. Entonces, durante los últimos tres años de su vida, mi hermano fue a ver a mi cuñada en ese centro todos los días aunque, debido al Alzheimer, a veces ella se enojaba con él y le gritaba sin motivo. Y, lo peor de todo, a veces ni siquiera sabía quién era él. Realmente le dolió a mi hermano, pero aun así siguió visitándola. Cada día. Mi hermano dejó que el amor ganara en su vida.

Estoy seguro de que muchos de nosotros recordamos la triste historia que salió en las noticias hace unos años sobre de Dylann Roof, un supremacista blanco de 21 años que el 17 de junio de 2015 entró a una iglesia afroamericana en Carolina del Sur y mató a tiros a nueve personas, todas afroamericanas, mientras ellas oraban y estudiaban la Biblia. Fue un crimen de odio horrible. Dos días después, en su primera audiencia judicial, algunos de los familiares de esas víctimas estaban presentes, y le dijeron al asesino que, a pesar del terrible hecho que él había cometido, lo amaban y lo perdonaban. Una de ellos, una nieta de una de las víctimas, le dijo: “Aunque mi abuelo y las otras víctimas murieron a manos del odio, esto es una prueba, la súplica de todos por tu alma [hoy en esta corte], es una prueba de que ellos vivieron en el amor y sus legados vivirán en el amor. Entonces el odio no ganará”. Esta joven y todos los demás familiares de las víctimas en la corte ese día dejaron que ganara el amor en sus vidas.

Realmente creo que el amor es la fuerza más poderosa del mundo; más poderoso que cualquier enfermedad; más poderoso que el odio y el mal. La fidelidad y el amor de mi hermano para mi cuñada eran más poderosos que su Alzheimer! No fue fácil para mi hermano, pero el amor ganó esa batalla en su vida. Los familiares de las víctimas en el tiroteo en la iglesia afroamericana demostraron que el perdón y el amor son más poderosos que el odio y la maldad que hicieron que Dylann Roof matara a sus seres queridos. No puedo imaginar lo difícil que fue para ellos amarlo y perdonarlo, pero, nuevamente, el amor ganó esa batalla en sus vidas.

Jesús conocía el poder del amor y sabía que todos los seres humanos fuimos creados por amor y que fuimos creados para amar por nuestro Dios. Por eso hizo del amor el mandamiento más importante para sus seguidores, como dijo en el evangelio de hoy: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente,” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Él no dijo que el mandamiento más importante fuera ir a la iglesia, leer la Biblia o incluso orar. El mandamiento más importante que Jesús nos dio es amar a Dios y amar a los demás porque Jesús sabía que si realmente amamos entonces todos los demás mandamientos y enseñanzas, todas las demás reglas y reglamentos se acomodarán en su lugar en nuestras vidas. Y también sabía Jesús que al contrario, si al menos no intentamos amar, nuestra fe, por grande que fuera y todas nuestras observancias religiosas por muchas que fueran, serían inútiles.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos está diciendo que necesitamos tanto una dimensión vertical de amor a Dios como una dimensión horizontal de amor a nuestro prójimo. Una dimensión sin la otra no es un amor cristiano auténtico o completo. Yo diría que la mayoría de nosotros somos bastante buenos en la parte vertical de amar a Dios; la parte que suele ser la más difícil es la horizontal, o sea, ¡amar a algunas de esas malditas personas que Dios ha puesto en nuestras vidas y en nuestro mundo! ¿Qué no? ¡No lo nieguen!

A ver, el amor vertical a Dios y el amor horizontal al prójimo: ¿qué imagen les trae a la mente? ¡La cruz!, ¿verdad? Jesús mostró un amor perfecto en la cruz. Su cruz tenía una pieza vertical que nos recuerda cuán intensamente amaba Jesús al Padre. Y la cruz también tenía una pieza horizontal que nos recuerda cuánto nos amaba a los seres humanos: nos amó tanto que dio la vida por nosotros. No creo que haya sido un accidente que el instrumento de la muerte de Jesús fuera también una imagen perfecta del amor que tenía él y del amor que estamos llamados a tener nosotros. Nuestro amor debe reflejar el amor de Jesús; por lo tanto, nuestro amor debe reflejar la cruz: un amor vertical para Dios y un amor horizontal para los demás. Ésa es la única forma en que el amor ganará en nuestras vidas – solo si tenemos ambas dimensiones del amor.

La cosa es que tú y yo tenemos que entender que si amamos como amó Jesús, también vamos a terminar en nuestra propia cruz. En otras palabras, amar verdaderamente a Dios y amar a los demás siempre nos va a causar sacrificio y sufrimiento. Pregúntale a mi hermano. Pregúntales a los parientes de las víctimas de aquella iglesia afroamericana, o simplemente piensa en cualquier momento en el que hayas amado verdaderamente a Dios o a otra persona: en algún momento tuviste que pagar el precio de sacrificio y sufrimiento para dar ese tipo de amor, ¿no es así? Pero ésa es la única forma en que el amor pueda ganar.

Así que, me gustaría preguntarles a todos ustedes hoy: El amor ¿está ganando en sus vidas? Bueno, supongo que en muchos sentidos así es porque cada uno de nosotros aquí hace algo por amor, probablemente más de una vez todos los días. De hecho, algunos de ustedes aquí han amado o están amando de manera heroica,  como mi hermano, por cuidar a uno o más de sus seres queridos con gran sacrificio para ustedes mismos. Y algunos de ustedes, como esos miembros de la iglesia afroamericana, están amando heroicamente por perdonar a personas que les han herido en el pasado.

Pero, además de estos tipos heroicos de amor, hay tantas cosas sencillas que tú y yo podemos hacer para mostrar nuestro amor para Dios y para los demás cada día. Por ejemplo, cada vez que te levantas de la cama para ir a trabajar y mantener a tu familia es un acto de amor. Cada comida que cocinas, cada canasta de ropa que lavas, cada pequeño acto de bondad, cada pensamiento noble, cada palabra amable – si se hace por amor – es un acto de amor. ¿Amén? ¡Amén! Y recuerda: cada vez que muestras tu amor a alguien, también estás amando a Dios. Y la mejor manera de demostrar tu amor para Dios es amar a los demás, especialmente a las personas que no son fáciles de amar.

Hermanos y hermanas, si queremos seguir a Jesús, tenemos que estar dispuestos a pagar el precio de amar como Él amó, amando a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y tenemos que estar dispuestos a experimentar la cruz del sacrificio y el sufrimiento porque ésa es la única manera en que ganará el amor. Hermanos y hermanas, deja que el amor gane en tu vida.