St. Dominic Catholic Church

2002 Merton Ave | Los Angeles, CA 90041 | (323) 254-2519

Homilies


¡Despiérta y Enciende una Vela! 2020-11-29 P. Roberto

 

 

Homilía para el 1er Domingo de Adviento – Año B
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA
 6 de diciembre de 2020

Título: ¡Despiérta y Enciende una Vela!
Tema: En lugar de sentarnos y maldecir la oscuridad, necesitamos encender una vela de esperanza para nuestro mundo.
Lecturas: Isaías 63, 16b-17, 19b, 64, 2-7; 1 Corintios 1, 3-9; Marcos 13, 33-37

Una mujer llamada Clara Jale nació en 1905 en Carolina del Norte aquí en los Estados Unidos. 
Se casó poco después de la secundaria y luego ella y su esposo se mudaron a Nueva York. 
Desafortunadamente, en 1938, después de solo diez años de estar casados, su esposo murió, 
dejando a Clara sola con tres hijos pequeños para criar durante la Gran Depresión en el medio de Harlem, una zona pobrísima de la ciudad de Nueva York. Debido a sus dificultades económicas, y para poder quedarse en casa y cuidar de sus tres hijos, Clara decidió iniciar un servicio de guardería en su hogar para poder ganar algo de dinero e intentar sobrevivir. 

Después de unos años, Clara también se convirtió en madre adoptiva para poder acoger y ayudar a más niños. Comenzó a acoger a 7 u 8 niños adoptivos a la vez. Para el año 1968, veinticinco años después, Clara había cuidado y criado a cuarenta hijos adoptivos, todos los cuales eventualmente asistieron a la universidad. En ese momento, Clara tenía 60 y pico años y decidió retirarse de todo el trabajo de criar a tantos niños. Sin embargo, al año siguiente, la hija de Clara le trajo una madre joven drogadicta que le pidió a Clara que la ayudara con su bebé, que había nacido drogadicto. Clara acogió al bebé y lo cuidó. Seis meses después, Clara estaba criando a 22 bebés drogadictos en su apartamento. 

Finalmente, gracias a Dios, Clara recibió ayuda de trabajadores sociales y otras personas, incluso sus propios tres hijos. Y luego la ciudad de Nueva York compró y renovó una casa de cinco pisos para que Clara la usara para cuidar a todos estos bebés y a sus madres. Clara continuó cuidando niños en esa casa hasta que murió a la edad de 87 años. Se estima que había cuidado a 2.000 bebés y niños, sin mencionar a sus madres.

Hay un dicho muy conocido que dice así: "Es mejor encender una vela que sentarse y maldecir la oscuridad". Clara Hale tenía todo el derecho a sentarse y maldecir la oscuridad de perder a su marido a una edad tan joven, de tener que criar a tres hijos sola durante la Gran Depresión, 
y estoy seguro de que había muchos otros aspectos negativos y más oscuridad en su vida. 
Fácilmente podría haber cedido a la desesperanza de su situación personal en 1938 como madre joven, pobre y soltera. Podría haber cedido a la desesperanza de tratar de cuidar a una madre y un hijo drogadictos en 1968, sin mencionar las docenas y cientos y eventualmente miles que acudieron a ella en busca de ayuda. Pero en cambio, Clara eligió encender una vela en la oscuridad, un bebé a la vez.

Tú y yo ciertamente podríamos apuntar una larga lista de todas las cosas que han salido mal este año y todos los desafíos con los que hemos luchado en nuestras vidas personales, en nuestra ciudad, nuestro país, nuestra Iglesia y nuestro mundo. Debido a que hemos tenido que lidiar con tanta oscuridad este año, podríamos ceder fácilmente a una sensación de desánimo, derrota y desesperación; fácilmente podríamos simplemente sentarnos y maldecir toda la oscuridad que nos rodea. Pero nuestras lecturas de hoy y el ejemplo de Clara Hale nos desafían a todos a hacer lo que ella hizo – no necesariamente abrir nuestros hogares para cuidar a niños adoptivos o bebés adictos a las drogas y sus madres – sino simplemente a no darnos por vencidos, a no rendirnos ante la oscuridad, la negatividad y los desafíos en nuestras vidas, 
sino más bien, como Jesús dice con tanta fuerza en nuestro Evangelio de hoy, ¡a velar, a estar preparados, a permanecer alerta!

Estas palabras que Jesús utiliza en el Evangelio no son palabras pasivas; 
al contrario, implican acción, energía y decisión. En otras palabras, Jesús nos está diciendo que seamos activos y enérgicos al buscarlo; elegir buscarlo en nuestras bendiciones y especialmente en medio de la oscuridad y los desafíos que enfrentemos: elegir buscarlo en las luchas con nuestros seres queridos que nos han sacado de quicio durante esta pandemia; elegir buscarlo en los que votaron por el partido político contrario al nuestro; elegir buscarlo no solo cuando estamos aquí en Misa, sino especialmente elegir buscarlo en el desorden y la locura de nuestras vidas.

Hoy comenzamos la hermosa temporada de Adviento en nuestra fe católica. Es un tiempo de preparación para celebrar la primera venida de Jesús hace 2.000 años en Belén, y un tiempo para recordar que él volverá al final de los tiempos para juzgarnos. Pero, sobre todo, el Adviento es un momento para que estemos atentos y alerta para que Jesús venga a nosotros aquí y ahora. La oscuridad, la negatividad y los desafíos en nuestro mundo son una llamada de atención para que busquemos a Jesús y luchemos contra la oscuridad por encender una vela: 
una vela de esperanza, de amor, de paciencia, de honestidad, de sacrificio, de perdón; una vela de hacer algo en lugar de aumentar la oscuridad por hacer nada.

Jesús nos está diciendo a cada uno de nosotros en esta temporada de Adviento: “Despiértate. No cedas a la oscuridad. Mantén viva tu llama de la fe por encender una vela. Trae mi luz, trae tu esperanza en mí a este mundo sin esperanza. Deja que los demás vean a mí en ti". Mis hermanos y hermanas, nuestro mundo necesita de Jesús ahora más que nunca; y, por lo tanto, nuestro mundo nos necesita de ti y de mí ahora más que nunca. Por lo tanto, no te limites a sentarte y maldecir la oscuridad; más bien, enciende una vela.