St. Dominic Catholic Church

2002 Merton Ave | Los Angeles, CA 90041 | (323) 254-2519

Homilies


Un Pastor que Nunca Nos Fallará 2021-7-18 P. Roberto

 

 

Homilía del XVI Domingo del Tiempo Ordinario Año B
P. Roberto Corral, OP
Iglesia de Santo Domingo, Los Ángeles, CA
18 de julio de 2021

Título: Un Pastor que Nunca Nos Fallará
Tema: Dios es nuestro compasivo Buen Pastor que nos ayudará a superar las dificultades de la vida.
Lecturas: Jeremías 23, 1-6; Efesios 2, 13-18; Marcos 6, 30-34

Un buen amigo mío, llamado Juan, y su esposa, han trabajado durante muchos años. Hace varios años, los dos comenzaron a esperar, soñar y planear a jubilarse de sus trabajos para poder disfrutar de la vida con sus hijos y nietos. Lamentablemente, una noche hace dos años, Juan tuvo un extraño accidente: se cayó en el patio de su casa, se golpeó la cabeza y se rompió el cuello. Desde entonces, ha estado paralizado de su pecho para abajo. Lo vi hace un par de semanas durante mis vacaciones, y está más o menos bien. Puede mover un poco los brazos y las manos, aunque requiere un gran esfuerzo, y tiene una silla de ruedas motorizada que usa para moverse. Pero, como pueden imaginar, él y su familia han sufrido tremendamente, y todavía están tratando de aceptar esta nueva realidad en sus vidas. Desde entonces, todas sus esperanzas, sueños y planes para disfrutar de la jubilación no solo cambiaron; fueron totalmente destruidos.

Cuando experimentamos una tragedia como ésta en nuestras vidas, cuando nuestras esperanzas, sueños y planes se desmoronan, puede ser un momento de gran duda en nosotros mismos, en los demás, en la vida y en Dios. Y eso puede provocar resentimiento, depresión e incluso desesperación. No hay respuestas fáciles en esos momentos, pero lo que puede salvarnos la vida es tener una creencia profunda y comprometida en lo que las lecturas de hoy nos proclaman rotundamente: que nuestro Dios es un pastor amoroso, compasivo y providencial; en otras palabras, que Dios es un pastor que siempre está con nosotros, que siempre nos guiará, cuidará, sanará, fortalecerá y de alguna manera nos ayudará a superar esos momentos de crisis en nuestras vidas.

Vemos esto en nuestra primera lectura de hoy cuando Dios habla a través del profeta Jeremías para decirle a su pueblo que, aunque sus líderes les han fallado al no cuidarlos, y a rechazar y dispersarlos, él mismo cuidará de su pueblo y los enviará un verdadero pastor que será justo, prudente y los guiará con compasión. Cuán importante es para nosotros en nuestros días aferrarnos a esa promesa de Dios, ya que nuestros propios líderes religiosos y políticos a menudo nos fallan, nos engañan y nos dividen. Nuestro Dios nos está diciendo hoy que él mismo nunca nos fallará; él mismo siempre nos guiará y cuidará de nosotros. ¿Amén? ¡Amén!

Y luego, el evangelio de hoy muestra bellamente cómo Jesús cumplió la antigua promesa de Dios de enviar a su pueblo un verdadero pastor. Como acabamos de escuchar en nuestro Evangelio, en lugar de estar molesto o enojado por la presencia y las demandas inesperadas de la multitud necesitada, Jesús reacciona con compasión y se acerca a ellos con un amor tierno y atiende sus necesidades. Mis hermanos y hermanas, Jesús es nuestro verdadero y Buen Pastor a quien el Padre nos envió hace 2.000 años, y que continúa acercándose a nosotros hoy con la misma compasión y ternura, especialmente cuando estamos heridos, desorientados o devastados por los altibajos de la vida. 

Ahora, teniendo en cuenta la imagen de Dios como nuestro pastor amoroso, compasivo y providencial que nuestras Escrituras nos presentan hoy, examinemos la situación de mi amigo Juan y veamos cómo eso puede ayudarnos cuando nuestros propios planes se derrumben. Como mencioné anteriormente, Juan y su esposa hicieron planes para su jubilación. Entonces, lo primero que quiero decirles hoy es que está absolutamente bien que tengamos esperanzas y sueños y que hagamos planes para nuestro futuro, cualesquiera que sean esos planes. Entonces, adelante y haz tus planes; pero, ten siempre presente que el Señor es tu pastor que te ama y sabe y quiere lo mejor para ti. Por lo tanto, siempre incluye a Dios en tus planes orando así: "Señor, si es tu voluntad, deja que estos planes funcionen". Luego, en algún momento, deja a un lado el resultado, y confía en Dios que no importa cómo salgan las cosas, Dios te ama y estará allí contigo y para ti.

Bien, volvamos a la situación de mi amigo Juan. Entonces, como dije, hace dos años, tiene este horrible accidente, termina paralizado y todos sus planes y los de su esposa se borran. Ahora, permítanme repetir aquí lo que he dicho antes: Dios no quiere que nos sucedan cosas malas, y no causa ni envía el mal a nuestras vidas para castigarnos. El accidente de Juan no fue culpa de nadie. Hasta donde sepa yo, Juan no estaba borracho ni drogado ni descuidado cuando tuvo su accidente; era simplemente parte de la vida en este imperfecto mundo nuestro; los accidentes ocurren.

Pero, digamos que sí fue culpa de Juan. Digamos que estaba borracho o drogado o descuidado o incluso las tres cosas. Lo asombroso de Dios, nuestro Buen Pastor, y lo más importante que quiero decirles hoy, es que Dios nunca deja de amarnos, nunca se desespera con nosotros, incluso cuando cometemos errores tontos o pecaminosos. Así que, Dios nunca nos dice: “¡Idiota! Debido a que estabas borracho o drogado o descuidado, ahora te quedarás solo. Buena suerte; aquí te voy a dejar." Él nunca, nunca nos dirá eso. Al contrario, lo que siempre nos dirá en esos momentos en que nuestros planes y nuestras vidas se derrumben, nuevamente, incluso si es por nuestra propia necedad o pecaminosidad, es esto: “¡Híjole, ‘mano, la regaste bien gacho esta vez!” – O algo al estilo – “Pero todavía estoy aquí contigo. Veamos, pues, qué puedes tú aprender de este error o de este accidente, y solucionémoslo si podemos y sigamos adelante juntos”. Eso es lo que siempre nos dirá nuestro amoroso, compasivo y providencial Buen Pastor: "Apréndete de ello, solucionémoslo si podemos y sigamos adelante juntos".

Bueno, Juan me dijo cuando lo visité, que él y su familia han tenido sus momentos de duda, depresión y desesperación durante estos dos últimos años, lo cual es completamente comprensible. Pero me alegra decir que, en este punto, parecen estar trabajando con el Señor y avanzando lentamente juntos. Entonces, mis hermanos y hermanas, tengan esperanzas y sueños para ustedes y para sus seres queridos; y hagan planes para el futuro. Pero no olvides incluir a Dios en tus planes; confía en que él sabe y quiere lo mejor para ti. Y, lo más importante, recuérdate que, sean lo que sean los giros y las vueltas que la vida tome para ti, tienes un Buen Pastor que siempre te amará, siempre estará allí contigo y para ti, y te ayudará a seguir adelante en tu vida pase lo que pase.