St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Todo Pertenece - Lo Bueno y lo Malo 2021-9-12 P. Roberto

 

 

Homilía del 24° Domingo del Tiempo Ordinario - Año B
P. Roberto Corral, OP
Iglesia de Santo Domingo, Los Ángeles, CA
12 de septiembre de 2021

Título: Todo Pertenece – Lo bueno y lo Malo
Tema: “Ganamos” en la vida por rendirnos a Jesús y aceptar que todo en la vida – lo bueno y lo malo – pertenece.
Lecturas: Isaías 50, 4c-9a; Santiago 2, 14-18; San Marcos 8, 27-35

La Dra. Edith Eger tenía solo 16 años cuando los nazis la enviaron con su familia al campo de concentración de Auschwitz en Alemania en el año 1941. Su madre y su padre fueron asesinados en las cámaras de gas el mismo día que llegaron. Sin embargo, milagrosamente, de alguna manera, Edith sobrevivió a Auschwitz y finalmente fue liberada; sin embargo, como pueden imaginar, estaba terriblemente marcada por el trauma que había experimentado allí. 
Después de la Segunda Guerra Mundial, se mudó a los Estados Unidos y llegó a ser terapeuta. 
Muchos años después, fue invitada, como terapeuta, a regresar a Alemania para enseñar. 
Durante ese tiempo, ella decidió regresar a Auschwitz por primera vez desde la guerra. Fue en ese momento que finalmente pudo perdonar: perdonar a los nazis, perdonar la vida y perdonar a Dios. Así es como ella describió esa experiencia más tarde:

“Cada momento es una elección. No importa cuán frustrante, dolorosa u opresiva sea nuestra experiencia, siempre podemos elegir cómo respondemos. Y finalmente [comencé] a entender que yo también [tenía] una opción...la opción de ser responsable de mi propia felicidad...Y finalmente, finalmente dejar de huir del pasado. Hacer todo lo posible para redimirlo, y luego soltarlo…y así [pronuncié] mis últimas palabras. Adiós, [dije] yo. Y gracias. Gracias por la vida y por la capacidad de aceptar finalmente la vida que es". 

¡Qué momento tan transformador debe haber sido para ella! Finalmente pudo soltar todo ese dolor y bagaje físico, emocional y espiritual que había estado cargando durante tantos años. 
Esta historia es un gran ejemplo de lo que voy a predicar durante las próximas semanas en esta serie titulada "Ríndete para Ganar". Y es un ejemplo especialmente apropiado del título de la homilía de hoy: "Todo Pertenece – Lo Bueno y lo Malo". Porque, una parte esencial del momento transformador de perdón y sanación que experimentó la Dra. Eger, fue precisamente su capacidad de aceptar que todo pertenece, que cada momento de su vida – incluso el trauma infernal de Auschwitz por el que había pasado – de alguna manera pertenecía a su vida. Una vez que renunció a su deseo de cambiar el pasado y tener una vida diferente, pudo lidiar con la vida que tenía, incluso su terrible pasado. Y así, ganó, por así decirlo, porque fue puesta en libertad. Como dijo al final de su historia: "Gracias por la vida y por la capacidad de aceptar finalmente la vida que es". Ella se rindió…y ganó.

Mis hermanos y hermanas, lo que quiero decirles hoy es que, si ustedes y yo queremos encontrar la paz, la libertad y la felicidad en esta vida, es decir, si queremos ganar en la vida, tenemos que hacer la misma elección que hizo la Dra. Eger ese día de su transformación: nosotros también tenemos que elegir rendirnos por aceptar nuestra vida, exactamente como es, con lo bueno y lo malo. Tenemos que renunciar a nuestro deseo de que las cosas sean diferentes de lo que son, y estar en paz con la realidad que es. 

Para mí, esto es una parte importante de lo que Jesús dijo en el Evangelio de hoy: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga.” Ciertamente, nuestras cruces pueden ser muchas cosas, pero una de las principales cruces que debemos llevar es aceptar nuestra vida tal como es, incluidas nuestras luchas y sufrimientos. Eso significa que tenemos que negar nuestro deseo de huir de nuestro pasado o rechazar nuestro presente para poder lidiar con ellos, en una forma saludable, con la ayuda del Señor. Y la única forma en que vamos a poder hacer todo eso es por creer lo que les voy a decir ahora mismo, que es lo más importante que les diré hoy: todo lo que te ha pasado en tu vida – lo bueno y lo malo – es la voluntad de Dios para ti (repetir). 

Uno de los más grandes teólogos en la historia de nuestra Iglesia Católica, San Agustín, dijo lo mismo en el siglo quinto. Lo dijo de esta manera: “Nada sucede que el Todopoderoso no quiera que suceda, ya sea permitiéndolo o por él mismo haciéndolo”. En otras palabras, Dios ha querido directamente o al menos permitido todo lo que ha sucedido en la historia del mundo y en tu vida. Ahora bien, como he dicho varias veces antes, Dios no quiere que sucedan cosas malas en el mundo o en nuestras vidas. Dios no crea el mal ni nos envía el mal. 

Pero Dios sí permite el mal. Y una de las razones por las que Dios permite el mal es para usarlo para producir algo bueno a través de él. De nuevo, San Agustín dijo lo mismo, y lo dijo así: “Dios es tan bueno, que, en su mano, incluso el mal produce el bien. Nunca hubiera permitido que ocurriera el mal si no hubiera podido, gracias a su perfecta bondad, usarlo”. Eso significa que, Dios nunca ha causado o querido ningún desastre natural, pandemia, tragedia, guerra, conflicto humano, pobreza, hambruna, enfermedad, lesión, muerte o pérdida que hayamos experimentado como raza humana o como individuos, Pero Dios sabía acerca de todas estas cosas de antemano y permitió que ocurrieran. Y, desde la eternidad, ha querido usar cada uno de estos males y todo este sufrimiento para lograr algo bueno en nuestro mundo y en nuestras vidas.

Esto es exactamente lo que dice San Pablo en su Carta a los Romanos 8,28: “Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman.” Esa es una Escritura que vale la pena memorizar y repetir a nosotros mismos cada vez que estemos luchando: “Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman.”  La pregunta es, ¿crees tú que Dios tiene ese poder? 
Y luego, ¿confías en que Dios usará ese poder en tu vida, para traer algo bueno para ti o para otros a través de tu sufrimiento? Ahora bien, esto no significa que busquemos el sufrimiento, o que nos tenga que gustar el mal que Dios ha permitido, o que no podamos intentar hacer algo para mejorar una situación difícil en la que nos encontramos. Por supuesto, Dios quiere que usemos nuestra fe, nuestra fuerza, nuestro cerebro y nuestra determinación para mejorar las cosas. 

Pero, en algún momento, tenemos que decir, como hizo Jesús la noche antes de ser crucificado, “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya”, y luego soltar las riendas y confiar en que Dios traerá algún bien de nuestro sufrimiento. Esta serie de predicación – y la homilía de hoy – se basan en las percepciones y sanación que recibí al leer uno de los mejores libros espirituales que he leído, titulado: “En Tus manos, Padre”. Lamentablemente, no pude encontrarlo en español, solo en inglés. Hay copias disponibles en la oficina parroquial. También hay una oración poderosa llamada “Oración de Abandono” en estas guías de reflexión para la homilía [sostenga una] que están disponibles al salir de la Misa. Los invito a que traten de orar esa oración durante las cuatro semanas de esta serie de predicación.

En fin, mis hermanos y hermanas, como mencioné anteriormente, esta serie de predicación se llama "Ríndete para Ganar". Dios quiere que “ganes” en la vida por encontrar la paz, la libertad y la felicidad. Pero la única manera de hacerlo es por rendirte a Jesús en primer lugar, y luego aceptar la vida que Dios te ha dado, por aceptar que todo pertenece en tu vida – lo bueno y lo malo. Por eso, hermanos y hermanas, ríndete para ganar.