St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Un Dios Quebradizo 2021-12-25 P. Roberto

 

 

Homilía de Navidad
P. Roberto Corral, OP
Iglesia de Sto. Domingo, Los Ángeles, CA
25 de diciembre de 2021

Título: Un Dios Quebradizo
Tema: Jesús es nuestro Dios quebradizo que ha restaurado nuestro mundo roto.
Lecturas: Isaías 9: 1-6; Tito 2: 11-14; Lucas 2: 1-14

Hace algunos años, en el día de Navidad, un sacerdote amigo mío, el P. Juan, fue a visitar a su hermano y cuñada y a su hija de 3 años, Lupita, que no solo era su sobrina, sino también su ahijada. Mientras el P. Juan estaba relajando en el comedor, la pequeña Lupita se le acercó y le preguntó: "Tío Juan, ¿puedo enseñarte algo"? Luego, lo tomó de la mano y lo condujo a la sala, donde ella señaló un bello pesebre muy delicado hecho de porcelana blanca colocado en una mesa junto al árbol de Navidad, y le dijo: “¡Mira, Tío!” P. Juan se llenó de inmediato de orgullo y alegría desbordantes de que su pequeña ahijada, a una edad tan joven, ya supiera el verdadero significado de la Navidad. Ella no señaló ninguno de los regalos ni siquiera el árbol de Navidad; no, la criatura señaló el pesebre, y P. Juan estaba seguro de que ella le iba a contar la historia del nacimiento de Jesús. Entonces, se arrodilló junto a su ahijada, casi llorando, y le preguntó: "Lupita, ¿puedes decirme qué es eso?" Ella asintió con la cabeza con entusiasmo. P. Juan le dijo: "Muy bien, mijita, dime qué es". Y, con emoción en los ojos, ella respondió: "¡Es frágil, se quiebra!"

Le tomó al P. Juan casi cinco minutos para dejar de reírse de la pequeña Lupita y de sí mismo. Pero finalmente, se dio cuenta de que ella tenía toda la razón: ¡quebradizo! ¿No es eso exactamente lo que hace que la Navidad sea tan increíble y especial? En Navidad celebramos a un Dios que ama tanto al mundo que envió a su único Hijo a un mundo quebrantado para que fuera frágil y quebrantable para nosotros. En Navidad, nos regocijamos y proclamamos nuestra fe en un Dios frágil que vino a vivir entre nosotros y a salvar a un pueblo quebrantado. Y todos los que estamos aquí somos frágiles y estamos rotos de alguna manera, ¿no es así? O sea, todos tenemos problemas, necesidades y luchas que son físicas, mentales, emocionales o espirituales...o todas juntas, ¿no es así?

Especialmente a medida que continuamos lidiando con esta maldita pandemia y toda la locura en este mundo nuestro, nos damos cuenta de que estamos rotos y que nuestro mundo está roto. Sin embargo, como cristianos, podemos encontrar aceptación, consuelo, fuerza e inspiración en nuestro Dios quebradizo que nació en la pobreza y la inmundicia de un establo desordenado y maloliente; un Dios quebradizo que luego se acercaría al solitario, al marginado, al enfermo, al cojo y al pecador; un Dios quebradizo que eventualmente sería rechazado por sus propios líderes religiosos, traicionado y abandonado por sus amigos más cercanos, y torturado y ejecutado por el gobierno.

Hermanos y hermanas, nuestro Dios no es un Dios distante ni un Dios que nos exija la perfección. Nuestro Dios no es un Dios que simplemente tolere nuestra pecaminosidad, imperfección y quebrantamiento, sino un Dios que abraza nuestra naturaleza quebrantada y entra en el desorden, la pobreza, y la oscuridad de nuestras vidas y nuestro mundo. Él realmente es Emmanuel, un Dios que está con nosotros, no solo cuando somos buenos, amables y completos, sino especialmente cuando no somos tan buenos, cuando no somos amables, cuando estamos rotos. Él nos ofrece perdón, sanación, fortaleza y integridad, no solo una vez, sino una y otra vez.

Pero, para recibir todas esas cosas que Dios quiere darnos, tenemos que reconocer y aceptar nuestras propias imperfecciones y quebrantamiento y reconocer que necesitamos la ayuda de Dios para ser sanados. Y, de manera similar, estamos llamados a aceptar, perdonar, trabajar con y amar a otros que también son imperfectos y quebrantados: nuestro cónyuge o pareja imperfecto y quebrantado, nuestros padres, hijos, familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo imperfectos y quebrantados; nuestra Iglesia, país y mundo imperfectos y quebrantados.

Mis hermanos y hermanas, la Navidad no es solo una celebración de algo que sucedió hace 2.000 años. Es una celebración de algo que puede suceder ahora, en nuestros corazones y en nuestro mundo. Jesús, nuestro Dios quebradizo, está pidiendo nacer de nuevo en ti y en mí para que podamos recibir su luz, su amor y su misma vida en nuestras vidas, y luego llevarlo a nuestro mundo quebrantado para que todos los hijos imperfectos y quebradizos de Dios podrían ser amados, redimidos, vivir para siempre...y no romperse más.