St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Amor Imparable 2022-1-30 P. Roberto

 

 

Homilía para el 4° Domingo de Tiempo Ordinario – Año C
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Sto. Domingo, Los Angeles, CA
30 de enero de 2022

Título: Amor Imparable
Tema: El amor de Dios es imparable y estamos llamados a imitar su amor imparable en nuestras vidas.
Lecturas: Jeremías 1, 4-5, 17-19; 1Corintios 12, 31-13, 13; Lucas 4, 21-30

Imagínate ser una mujer soltera de 29 años y adoptar a una niña de 11 años que tenía serios problemas de comportamiento porque la niña había sido abusada por sus padres, luego por sus familiares, y luego había pasado por ocho hogares de acogida diferentes en 8 años. O imagínate adoptar a un muchacho de 15 años que fue designado como enfermo mental, emocionalmente dañado, con retraso en el desarrollo y delincuente juvenil. Ahora, imagínate adoptarlos y criarlos a ambos y, aparte, adoptar y criar a otros dos adolescentes con serios problemas de conducta. Eso es lo que hizo una mujer llamada Dayna Bennett a principios de la década de 2000 aquí en el sur de California. Para el año 2010 criaba, sola, cuatro adolescentes traumatizados y difíciles que en ese momento tenían 18, 16, 15 y 14 años.

¡Eso sí que es amor! Ese es un amor que realmente disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites y soporta sin límites. Ese es un amor que es imparable, o sea, que no puede detenerse. Ese es el amor de Dios. Y debido a que Dayna Bennett permitió que Dios la usara como un instrumento de su amor imparable, hoy, sus cuatro hijos adoptivos viven por su propia cuenta y les va bastante bien; incluso dos de ellos están casados.

Los Amish son un grupo protestante conocidos principalmente por su estilo de vida sencilla, vestimenta modesta y tradicional, su resistencia a adoptar comodidades y tecnologías modernas, como son las relacionadas con la electricidad. Bueno, estoy seguro de que muchos de nosotros podemos recordar la noticia nacional del 2 de octubre de 2006 sobre un hombre llamado Charles Roberts que disparó a diez niñas escolares Amish, de 6 a 13 años, en una escuela Amish en la zona rural de Pensilvania aquí en EE.UU., matando a cinco de ellas.
Luego él se suicidó. 

A las pocas horas de los disparos, miembros de esa misma comunidad Amish visitaron la casa del tirador para consolar a su viuda, hijos y padres. Un hombre amish sostuvo en sus brazos al padre sollozante del asesino durante una hora para consolarlo. Los Amish le dijeron a la familia del asesino que lo perdonaban por lo que había hecho, y se ofrecieron a ayudar a su familia en todo lo que pudieran. Unos días después, 30 miembros de esa comunidad Amish asistieron al funeral del asesino, y luego invitaron a la familia del asesino a asistir a los funerales de sus hijas.
Los Amish también establecieron un fondo de caridad para ayudar a la familia del tirador con sus necesidades financieras.
 
Una vez más, ¡eso sí que es amor! Ese es un amor que realmente disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites y soporta sin límites. Ese es un amor que es imparable e incontenible.
Ese es el amor de Dios. Estoy seguro de que no podría yo haber hecho lo que hizo Dayna Bennett o lo que hizo la comunidad Amish, y espero que estas dos historias nos inspiren y nos desafíen hoy a mirar dentro de nuestros propios corazones y preguntarnos, “¿Qué tipo de amor tengo yo en mi corazón?” 

Y, eso es exactamente lo que debería hacer también la 2ª lectura de hoy sobre el amor de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. Es una de las escrituras más famosas de toda la Biblia y probablemente se usa en el 90% de las bodas cristianas, y por una buena razón: porque es el tipo de amor que las parejas quieren tener el uno para el otro en su matrimonio. Pero el amor que Pablo describe tan poética y poderosamente hoy no es solo para parejas – es para todos nosotros. Pablo no escribió ese capítulo en su carta a los Corintios para ser leído en una boda; lo escribió a toda la comunidad de Corintios para que lo leyeran en la misa dominical, tal como se leyó para nosotros hoy. Entonces, hermanos y hermanas, Pablo está desafiando a cada uno de nosotros aquí a amar; no solo con un tipo de amor romántico de "oh mamacita linda"; no solo con un amor fácil que le damos a alguien que es amable con nosotros.

Pablo nos dice que tengamos un amor comprensivo y servicial, ¡incluso con los idiotas que no lo merecen! Pablo está diciendo que nuestro amor no debe ser envidioso; eso significa que no debe ser posesivo, dominante o exigente. Pablo nos está desafiando a tener un amor que no sea presumido ni inflado; en otras palabras, un amor que no siempre se trate de mí y mis necesidades y mis deseos, de cómo me vea yo y de lo que la gente piense de mí. Pablo quiere que tengamos un amor que no sea egoísta, sino que esté siempre al pendiente de los demás y de sus intereses y necesidades. Pablo está diciendo que el verdadero amor no se irrita ni guarda rencor; es decir, el verdadero amor es un amor que no ataca, ni dice cosas hirientes, 
ni busca vengarse – ¡aún en nuestros pensamientos!

Pablo quiere que tengamos un amor que goce con la verdad y, por lo tanto, un amor que no goce con mentiras, ni chismes, ni críticas, ni juicios; un amor que no excluye a otros partidos políticos, otras religiones, culturas o razas. Él quiere que tengamos un amor que no excluye a los demás por su estatus migratorio o clase social o económica o por su orientación sexual.
Pablo nos está enseñando que debemos esforzarnos por tener un amor que disculpe sin límites, confíe sin límites, espere sin límites, y soporte sin límites.

Ese tipo de amor es el amor de Dios. Ese tipo de amor es imparable. Y ese tipo de amor, mis hermanos y hermanas, es muy, muy difícil, ¿no es así? Es un amor que involucra vulnerabilidad, perdón, sufrimiento, sacrificio y emociones a veces desgarradoras, ¿no es así? Estoy seguro de que, a veces, Dayna Bennett quería darse por vencida, quería deshacerse de esos hijos adoptivos suyos, quería que alguien más se los quitara y los criara. Asimismo, estoy seguro de que aquellos Amish a veces tuvieron que luchar para superar la ira, el odio, la amargura, el deseo de venganza, la depresión y la sensación de desesperanza. Estoy seguro de que no fue fácil para ninguna de esas personas. Pero eso es a lo que Pablo nos está llamando; más importante aún, eso es a lo que Dios nos está llamando. Eso es lo que significa ser un verdadero seguidor de Jesús, ser un verdadero cristiano.

En cierto sentido, lo que hacemos aquí en la Misa es facilísimo, no nos cuesta mucho, ¿verdad?;
es lo que hacemos allá afuera lo que realmente nos hace cristianos...o no. Porque es allá afuera – en casa, en el trabajo, en la escuela, en tu barrio, en la calle, en la carretera, etc. – donde se nos desafía a amar. ¿Amén? ¡Amén! No me cuesta nada celebrar la Misa y predicar a ustedes; ¡es amar a aquellos frailes dominicos que me cuesta caro a veces!

Mis hermanos y hermanas, Dios es amor, y nos creó por amor; Y, él nos creó para amar.
Tú y yo estamos programados para amar de la forma en que Dayna Bennett amaba, la forma en que amaba la comunidad amish, la forma en que Pablo desafió a los corintios a amar. Entonces, la pregunta es, ¿quieres vivir este tipo de amor auténtico, magnánimo e imparable o no? 

¿Estás involucrado en una relación o en una situación que es difícil, que te está acabando las fuerzas, que te está volviendo loco? ¿Hay alguien que simplemente no puedes perdonar?
Lo que quiero decirte hoy es, ¡aguántate! ¡No te rindas! Piensa en cuántas veces Dios te ha amado y perdonado a ti a pesar de que no lo merecías. Piensa en cómo el amor de Dios por ti disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, y soporta sin límites; cómo su amor por ti nunca falla. Luego pídele a Dios que ese mismo tipo de amor inagotable e imparable llene tu corazón. Puede parecer imposible, pero para Dios nada es imposible, porque el amor de Dios es imparable.