St. Dominic Catholic Church

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Homilies


¿Me Amas? 2022-5-1 P. Roberto

 

 

Homilía para el 3er Domingo de Pascua – Año C
Parroquia de Sto. Domingo, Los Ángeles, CA
Padre Roberto Corral OP
1 de mayo de 2022

Título: ¿Me amas?
Tema: ¿Amamos a Jesús?
Lecturas: Hechos 5, 27-32, 40b-41; Apocalipsis 5, 11-14; Juan 21, 1-19

Una de las preguntas más importantes que una persona puede hacerle a otra es: "¿Me amas?" Los cónyuges, las parejas y los novios suelen hacerse esta pregunta mutuamente; los niños pueden preguntar eso a sus padres, y los padres a sus hijos. A menudo, la respuesta a esa pregunta puede marcar una gran diferencia en nuestras vidas, ya sea que seamos nosotros los que preguntemos o los que nos pregunten: "¿Me amas?"

Es la pregunta crucial que Jesús le hace a Pedro en el Evangelio de hoy, no una, sino tres veces: "¿Me amas?" Como siempre, cada vez que escuchamos las lecturas de la Biblia en la Misa, es muy útil conocer el contexto de la lectura, y eso es especialmente cierto en el Evangelio de hoy. El contexto es éste: esta es la tercera aparición de Jesús a los discípulos después de su resurrección, pero también es la primera vez que Jesús y Pedro están solos desde que Pedro negó a Jesús tres veces. Creo que todos podemos ponernos en el lugar de Jesús e imaginarnos lo que le hubiésemos dicho a Pedro en esta ocasión: “¡Por qué me negaste, inútil, idiota, cobarde, hijo de tu madre!” o algo así, ¿qué no? Pues bien, Jesús, en su asombrosa bondad e infinita paciencia, no le dice nada parecido a Pedro, ni tampoco a ninguno de los otros apóstoles cobardes que lo habían abandonado. Jesús no les regaña, insulta, ni siquiera les expresa la más mínima ira.

En cambio, Jesús le hace a Pedro a propósito esa única pregunta: “Pedro, ¿me amas?” La cosa es que Jesús no se enfoca en los errores, fracasos o debilidades de Pedro porque sabe que Pedro seguirá fallando a veces. Jesús simplemente quiere el corazón de Pedro, porque sabe que, si tiene el corazón de Pedro, eventualmente Pedro crecerá, cambiará y se hará más fuerte. 

Ahora bien, es interesante que Jesús le pregunta tres veces a Pedro si lo ama. No creo que Jesús estuviera tratando de hacer sentir culpable a Pedro por haberlo negado tres veces; más bien, creo que fue para darle a Pedro la oportunidad de reafirmar su amor por Jesús tres veces para compensar las tres veces que Pedro lo había negado. Creo que Jesús sabía que Pedro necesitaba oírse a sí mismo decir tres veces: “Sí, Señor, te amo”, para que él, Pedro, pudiera perdonarse a sí mismo por su traición.

Para mí, esta conversación entre Jesús y Pedro es un ejemplo de lo que realmente está sucediendo en todas las apariciones de Jesús resucitado a sus apóstoles en los Evangelios. Cuando Jesús se les aparece, creo que está tratando de compartir con ellos el poder de su resurrección. En otras palabras, está tratando de resucitarlos a ellos de entre los muertos porque, en muchos sentidos, ellos murieron y fueron sepultados con Jesús el Viernes Santo. Sus esperanzas y sueños para Jesús y sus imágenes limitadas e inadecuadas de Jesús, como simplemente un mesías militar o político o simplemente como un profeta poderoso que podía obrar milagros, tenían que morir y ser enterrados en la tumba con Jesús. Entonces, en todas sus apariciones de resurrección, Jesús les está diciendo a sus apóstoles: “Esto es lo que realmente soy. ¡Soy el Señor de la vida y la muerte, no soy solo un mesías o un profeta mundano, soy Dios!” E igual de importante, Jesús también les está diciendo quiénes son ellos en realidad. Él les está diciendo: “Ustedes son más que sus errores, fracasos, pecados, negaciones y traiciones. Tienen que soltarse de sus esperanzas y sueños limitados e inadecuados, y resucitar de entre los muertos conmigo. Ya no son pescadores; ¡ustedes son apóstoles!” Y, en el Evangelio de hoy, Jesús le dice específicamente a Pedro: “Pedro, levántate de entre los muertos. Deja a un lado tu culpa y tu vergüenza por haberme negado. Depréndete de tus miedos y preocupaciones; sígueme, dame tu corazón, y tendrás nueva vida, una vida resucitada.”

Pero, mis hermanos y hermanas, la gran noticia es que Jesús no se para allí con Pedro y sus apóstoles. Él también quiere que tú y yo muramos con él, que dejemos atrás todo lo que hay en nuestro corazón y en nuestra vida que no sea de Dios, para llevarlo a la cruz y enterrarlo en la tumba para siempre. Y luego quiere compartir su resurrección con nosotros. Quiere compartir nueva vida y nuevas posibilidades con nosotros. O sea, la resurrección de Jesús ¡es también nuestra resurrección!

Pero, para que experimentemos esa vida nueva, Jesús nos hace la misma pregunta que le hizo a Pedro: “¿Me amas?”. Y Jesús no solo nos hace esa pregunta tres veces; él nos hace esa pregunta una y otra vez en nuestras vidas, especialmente cuando estamos luchando, cuando estamos distraídos por las tentaciones de este mundo, cuando nos sentimos culpables y avergonzados, cuando nuestra fe parece una carga o parece sin importancia, cuando estamos inseguros de lo que nos vendrá en el futuro, Jesús nos pregunta a ti y a mí: "¿Me amas, aquí y ahora?"

Y, como fue para Pedro en el Evangelio de hoy, así es para nosotros: a Jesús realmente no le importan los errores que hayamos cometido o cuántas veces le hayamos fallado en el pasado. Jesús no nos abandona, ni nos reprende, ni nos castiga, ni siquiera trata de hacernos sentir culpables. Él simplemente quiere nuestros corazones; simplemente quiere que lo amemos y le digamos: “Sí, Señor, te amo. Te doy mi corazón y te seguiré”.

Entonces, mis hermanos y hermanas, en este tercer domingo de Pascua, Jesús nos pregunta a ustedes y a mí, aquí y ahora, en esta Misa, en este momento: “¿Me amas?” ¿Cuál es tu respuesta?