St. Dominic Catholic Church

Homilies

15 de julio 2018 - XV Domingo Tiempo Ordinario

Al comienzo del libro de Génesis, se nos dice que Dios creó el universo que nos rodea.

No es un texto científico: el método científico es una forma reciente de mirar el mundo.

Por el contrario, escuchamos que Dios crea a través del habla.

"Haya luz", dijo Dios, y hubo luz.

"Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierray bajo el firmamento", y así sucedió.

En otras descripciones antiguas de la creación, un dios o dioses producen el orden a través de la violencia, al conquistar rivales o doblar la materia a su voluntad.

En Génesis, la creación es pacífica y un regalo generoso de Dios, y toda la creación está inicialmente en armonía.

Y Dios llama a esta creación "buena", y la persona humana, "muy buena".

 

Cada vez que Jesús habla del "reino de Dios", señala la restauración de la creación a la intención original de Dios: creación sin enfermedad y muerte, sin pecado, sin injusticia.

En el Evangelio de hoy, Jesús no les dice a los discípulos de predicar explícitamente el reino de Dios.

Pero el llamado al arrepentimiento - a alejarse de la avaricia, la injusticia, el egoísmo y todas las formas de idolatría - es un llamado a entrar en el reino.

Curar a los enfermos y expulsar a los demonios es permitir que el reino entre en nuestra realidad.

En el sermón en el monte, Jesús dice que son bendecidos los que son mansos o los misericordiosos,los que tienen hambre de justicia o que son pacificadores.

Él está describiendo a aquellos que han entrado en el reino.

Están viviendo de acuerdo con el diseño original de Dios para la creación.

 

Y en ninguna parte el reino está máspresente que en la persona de Jesús.

San Juan Pablo II dijo: " Jesús revela progresivamente las características y exigencias del Reino mediante sus palabras, sus obras y su persona". (Redemptoris Missio)

Jesús esel reino, porque, como dice en el Evangelio de Juan, ha venido solo para hacer la voluntad de su Padre. (6:38)

Es por eso que San Pablo dice: Dios el Padre "tuvo un plan que había proyectado realizar por Cristo, cuando llegara la plenitud de los tiempos: hacer que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza".

Es decir, en Jesús vemos lo que Dios quiere que cada uno de nosotros llegue a ser, ya que estamos unidos a él en la fe y en el bautismo.

Al alejarnos del pecado y acercarnos a los demás, especialmente a los pobres, nos convertimos en una señal y un instrumento del reino de Dios.

 

La Iglesia nace de la entrega total de Jesús en la cruz por nuestra salvación, que se anticipó en la Última Cena, cuando alimentó a sus discípulos con su cuerpo y sangre.

Cuando nos reunimos aquí en la Misa, anticipamos el cumplimiento del plan de Dios, cuando todas las personas estarán unidas en alabanza y acción de gracias a Dios y unidas por Su amor.

La misa no es nuestro tiempo de oración privado.

Es el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, reuniéndose alrededor de Jesús, la Cabeza del Cuerpo, como Él se ofrece a sí mismo al Padre en nuestro nombre.

El bautismo nos hace capaces de ofrecernos al Padre con él: incluyendo nuestro trabajo, nuestras luchas, el bien que hemos hecho con su gracia, incluso nuestro ocio.

El bautismo nos separa del mundo para unirnos a Jesús en esta oración que se realiza en nombre del mundo entero.

Todos los bautizados son bienvenidos a participar en la medida en que puedan.

Esto incluye a los niños. De hecho, incluye especialmente a los niños y aquellos que confían en Dios como un niño confía en un padre amoroso.

 

Jesús una vez regañó a sus discípulos que impedían que los niños se le acercaran.

En los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) se registra la respuesta de Jesús: "Dejen a esos niños y no los impidan que vengan a mí; el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos."

La semana pasada recibí un triste correo electrónico de un feligrés que me dijo que mientras estaba en el vestíbulo con su hijo pequeño, su mujer y su hijo de 2 años fueron regañados por una mujer mayor que caminó desde siete filas para decirle: "Esta es la casa de Dios, no un patio de juegos ".

La niña no había estado haciendo ningún ruido, y la madre estaba desconcertada de por qué había sido señalada.

No necesitodecir que ella no se sintió bienvenida.

Increíblemente, he oído historias similares de otras familias.

Los padres con hijos me han dicho que reciben miradas desagradables - aun los padres con niños autistas o con necesidades especiales.

A veces los padres con niños pequeños me dicen que se mantienen alejados de la Misa porque no quieren molestar a los demás.

¿Cómo se dieron cuenta de que estaban molestando a la gente, excepto de nosotros, de nuestros aspectos pedregosos, o nuestros ceños entrecejos, o cuando les regañamos?

¡Esto es indignante!

 

La sociedad ridiculiza la fe, los ateos evangélicos argumentan que Dios no existe y nuestros jóvenes escuchan todo esto.

Un estudio de 2018 de ex católicos en la adolescencia y los veinte años descubrió que la mitad de ellos abandonaron la Iglesia cuando tenían trece años. TRECE!

Se van de la iglesia por una variedad de razones que acaban de acumularse, y ¿cómo nos atrevemos a hacerlo más fácil para que se vayan haciéndolossentir incómodos en la misa?

Si no estamos encantados de que los jóvenes estén aquí en medio de nosotros, muy pronto habrá mucho espacio para estacionar, muchos asientos y mucho silencio en "la casa de Dios" porque estará casi vacío.

 

La misa no es una devoción privada.

No es su hora de oración de una vez a la semana.

La misa es una celebración comunitaria del amor del Señor por nosotros, demostrado por su pasión y muerte, y prefigurado por su cena final con sus discípulos.

Es una participación en la oración de Jesús al Padre en nombre del mundo, "venga tu reino".

Es una visión incompleta de ese momento cuando todas las cosas se resumen en Cristo.

Y cada católico bautizado, sin importar su edad, adoptado por el Padre a través de Jesucristo, tiene el derecho de participar de la manera que pueda para la alabanza y la gloria de la gracia de Dios.

 

Y participar significa, por cierto, cantar y responder a las oraciones.

Los cantoresy los coros no están actuando, están guiándoles en las canciones.

Cuando decimos el credo y muchas personas se quedan con la boca cerrada, ¿debo suponer que no creen?

Si nos sentamos aquí pasivamente, si actuamos como si estuviéramos aburridos, si siempre llegamos tarde y nos marchamos temprano, y si encontramos excusas para perderse la Misa, estamos enseñando a los pocos niños que están aquí que estemomentono es importante.

Esa adoración no es importante.

Que Dios y su reino no son importantes.

Y en una inversión radical de nuestro Evangelio, nuestros jóvenes se irán y sacudirán el polvo de sus pies en testimonio contra nosotros.