St. Dominic Catholic Church

Homilies

1/22/2017 3 Domingo Tiempo Ordinario

Por P. Michael Fones, OP

A Dorothy Bergmann le encantaba bailar, y estaba emocionada porque el auditorio local estaba organizando un baile el viernes en la noche, y su amiga, Janice Simpson, y la hermana menor de Janice estaban listas para ir.

Había solo un problema; Ninguna de ellas tenía coche, y el auditorio estaba en una ciudad cercana.

Así que le pidió a su sobrino, que era cinco años menor que ella, y tenía un buen trabajo como dibujante, que las llevara en el viejo coche usado que había comprado recientemente.

Dorothy disfrutó mucho aquella noche, y también Janice.
La hermana menor de Janice captó la atención del sobrino de Dorothy, y la atracción era mutua.
Él le pidió una cita – la invitó a un juego de hockey profesional - y ella aceptó.
Era el otoño de 1942, y él se había enlistado para el servicio militar, así que pronto se separaron, pero se escribieron el uno al otro. Cada día.
Él le propuso matrimonio a ella por correo. Ella lo aceptó, y se casaron en una pequeña ceremonia católica con sus madres y algunos de sus amigos de la base militar presentes en la ceremonia.
El amor por la baile de Dorothy Bergmann ha tenido una pequeña influencia en la vida de ustedes, porque su sobrino era mi padre, y la hermana menor de Janice era mi madre.

En la providencia de Dios, los eventos aparentemente al azar son parte de un todo mucho mayor, una red de conexión y relación, causa y efecto que Dios ve y conoce.

Todas y cada una de las personas tiene un propósito.
De hecho, su vida, si se vive bien, puede ser crucial para algún avance en la vida humana, o puede impedir un desastre, o salvar la vida de alguien.

Si te conviertes en la persona que Dios te creó para ser, tu vida puede jugar una parte integral en el destino eterno de otra persona.

Santa Catalina de Siena escribió: "Si somos lo que debemos ser, prenderemos fuego al mundo entero".

En otras palabras, una vida vivida según los propósitos de Dios nos convertirá en algo más que actores accidentales en la historia del mundo.

Dios quiere que seamos impulsores de un cambio increíble en el mundo.

Dios nos ha creado, no para ser agentes independientes que buscan el propio bien individual, sino para ser parte de un todo integral.

Podemos contentarnos con saber que las elecciones de nuestra vida tendrán un efecto sobre otras personas, y vivir nuestra vida simplemente persiguiendo nuestros propios objetivos y deseos.

O podemos elegir vivir de acuerdo con el propósito de Dios para nuestra existencia. Entonces, ¿cómo podemos descubrir ese propósito mayor [–ese propósito sublime]?

El Evangelio nos provee el proceso; es simple, pero aterrador.
Cuando le encontró a Jesús, Simón no estaba en el Templo, ni en la sinagoga, sino en el trabajo.
Jesús se encontró con Simón, Andrés, Santiago y Juan donde estaban - sobre las aguas, sus redes en el Mar de Galilea; en la orilla –limpiando después del trabajo. Y entonces Jesús da a Simón y a Andrés un avance –una vista previa, de lo que El – Jesús, podría hacer [de ellos] –si lo siguen.

“Síganme y los haré pescadores de hombres.”

¿Qué caramba significa eso? ¿Y cuál es el propósito?

Simón y Andrés no sabían, y al parecer, la única manera de averiguarlo era seguir a este enigmático hombre llamado Jesús.

Pero de alguna manera sus vidas cotidianas como pescadores los habían preparado para la obra que Jesús tenía en mente.

Pero para descubrir ese trabajo y ese propósito, tenían que abandonar lo familiar, dejar el camino que se habían forjado –tenían que dejar atrás las expectativas de sus familias.

Tuvieron que "dejar caer sus redes" para seguir a Jesús.
Y cuando lo hicieron, vieron y experimentaron cosas extraordinarias: sanaciones, la predicación de una nueva visión de las relaciones humanas y del amor de Dios por cada individuo.

Un viejo adagio chino dice, "un viaje de mil millas comienza con un solo paso". Eso es verdad si el viaje tiene un propósito, o si es errante sin rumbo.
Cuando Jesús invitó a cuatro pescadores con solo decir "vengan conmigo", ellos tuvieron que tomar una decisión consciente de cambiar el curso de sus vidas. Jesús no les reveló sus destinos, ni lo qué ocurriría en el camino.
¿Cuál hubiera sido el caso de decirles acerca del paso cuarenta y siete, si no dan el primer paso?
Si supiéramos de qué manera Dios quiere incendiar el mundo con nuestra obediencia y discipulado, no lo creeríamos.
Diríamos: "yo no puedo hacer eso".
Y estaríamos en lo correcto, porque Jesús nos promete: "Separados de mí, no pueden hacer nada".

La opción de Simón, Andrés, Santiago y Juan es la opción fundamental de nuestra vida.

Podemos dejar caer nuestras redes y seguir a Jesús, y descubrir un propósito a nuestras vidas que no podríamos imaginar, pero es acorde con nuestros dones, nuestra personalidad y nuestros deseos más profundos.

Podemos elegir una vida de aventura siguiendo a alguien que nos ama y quiere traer consigo su reino a través de nosotros.

O, podemos hacer muchas otras cosas, perseguir lo que creemos es importante y significativo, y descubrir al final de nuestras vidas que a los ojos de Dios, no equivale a nada.

Cada día, tienes que elegir seguir a Jesús - y esa elección y sus efectos te cambiarán para bien, y si has cambiado, el mundo ha cambiado.

Así que esta semana, los invito a que cada uno de ustedes considere lo siguiente: ¿qué redes tengo que dejar para seguir a Jesús?

Comiencen cada día esta semana con una oración sencilla: "Señor, ayúdame a mantener mi mirada fija en ti y dar el siguiente paso para seguirte".

Él quiere que cada uno de ustedes sea una parte vital de la realización de su reino, o de lo contrario no habrían sido creados.

Cada uno de ustedes tiene un propósito, y toda la extensión de ese propósito solo les será revelada en el cielo.

Cuán estrechamente coincide su vida con la visión que Dios tiene para ustedes depende de la decisión de pedirle cada día, "guíame, a lo largo del camino" y luego simplemente tomar el siguiente paso.