St. Dominic Catholic Church

Homilies

4/2/2017 5 Domingo de Cuaresma

Cuando trabajaba con el Instituto de Catalina de Siena de vez en cuando me iba a Colorado Springs.

Allí conocí a Daniel, el ex drogadicto, en la misa diaria.

A medida que nuestra amistad crecía, Daniel me presentó a sus amigos, Pat y Tammi, que tenían gemelos y un hijo menor con el Síndrome de Down.

Le llamaron Evan, para recordarles que era un regalo del cielo.

Tammi era una rubia burbujeante, y Pat era un gigante apacible con un físico como uno de esos luchadores de la WWE.

El lunes por la mañana Pat fue al gimnasio y se sentó en el sauna después.

Cuando se levantó para salir del sauna, le salió sangre rápidamente de la cabeza, y se desmayó.

Se golpeó la cabeza con fuerza y ​​fue llevado al hospital, donde murió esa mañana.

Tenía 47 años. Los gemelos no tenían más de 13 años, y Evan del cielo tenía 10.

A la mañana siguiente ofrecí una Misa por Pat en la capilla de nuestro convento y me sorprendí cuando lloré.

No conozco bien a Pat y a Tammi, sólo nos vimos unas cuantas veces, y, sinceramente, no había pensado en ellos en siete u ocho años.

Dios bendiga a Marta, la hermana de Lázaro, por su honestidad.

Cuando Jesús se demora y se presenta cuatro días después de la muerte de Lázaro, ella dice: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano".

Ella no entiende por qué Jesús demoró en visitar a su amigo, cuando había curado a tantos otros enfermos.

Oigo en su decepción un eco de la acusación hecha contra Dios.

Si eres un Dios amoroso, ¿por qué el holocausto? ¿Por qué permites que los niños sean abusados ​​- incluso por los sacerdotes?

¿Por qué, si eres un Dios todopoderoso, no impides el sufrimiento, especialmente mi sufrimiento?

¿Cuántas personas dejan de creer en Dios cuando la tragedia se hace personal?

Marta, a través de su lloroso recordatorio de que Jesús pudo haber prevenido la muerte de su hermano, me ayudó a comprender mis lágrimas.

Eran lágrimas de frustración.  Si yo fuera Dios, no dejaría morir a los jóvenes.

Yo no haría viudas jóvenes y niños sin padre.

En la historia del jardín del Edén, el tentador promete a Adán y a Eva lo que todos queremos oír, que podemos tomar el lugar de Dios.

Comen esto, y serían como dioses que conocen el bien y el mal.

Comemos porque creemos que haremos un mejor trabajo.

La historia de la Caída nos revela que pensamos que sabemos lo que es bueno y lo que es malo, y así, como Marta, Presumimos saber mejor que Dios.

¿Quieren la prueba? Cuántas de nuestras oraciones son una forma de decirle a Dios lo que creemos que debe hacer - lo que haríamos si fuéramos todopoderosos.

Nos gustaría curar a nuestros seres queridos, hacer a nuestros hijos obedientes, nuestro cónyuge más agradecido, las máquinas tragamonedas más generosas.

Pero nuestro conocimiento del bien y del mal es superficial.

Nuestro conocimiento es parcial, no somos omniscientes.

Cada vez que criticamos el manejo de la realidad que Dios hace, nos olvidamos de que no somos Dios.

Y en verdad, Dios está más trastornado por el mal que nosotros.

En el Evangelio, Jesús "se conmovió hasta lo más hondo".

Los verbos en griego son muy fuertes, indicando ira e indignación.

Los padres de la Iglesia dicen que Jesús estaba enojado e indignado por la manifestación del reino de Satanás

Entonces Jesús mismo, en su amor por Lázaro, llora.

Algunos en la multitud dicen, "¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?"

¡Ahí! ¿Lo oyes? Un juicio más duro que el de Marta, pero procediendo de la misma creencia no expresada: "Si yo fuera Dios ... las cosas serían diferentes".

 

La conversión que necesito ahora es aceptar que no soy Dios.

Jesús dice: " Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre".

Jesús le pregunta a Marta, y a cada uno de nosotros: "¿Crees tú esto?"

Si mi respuesta es verdaderamente sí, entonces dejaré de quejarme de cómo Dios maneja el mundo.

 

Pospuse el llamar a Tammi para ofrecer mis condolencias.

En el torbellino de tristeza, incertidumbre y pérdida, yo sabía que Jesús le preguntaba: "¿Crees que yo soy la resurrección y la vida? ¿Confías en mí más que en ti mismo?

No sabía cómo iba a responder - Pat era el amor de su vida.

Cuando finalmente le llamé, a ella le tomó un momento recordarme, y cuando lo hizo, lloró. Yo también.

"Yo soy tan bendecida, Padre Mike, por haber tenido un marido tan maravilloso. Él era mi roca, y me hizo mejor. No entiendo su muerte, pero creo en el amor de Dios. "

Ella cree en el amor de Dios, que sobrepasa todo entendimiento. Lloré de nuevo.

Creo que qualquier amor, sabiduría o misericordia que tenemos es como una copa de agua robada del océano del amor, la sabiduría y la misericordia de Dios.

La fe es recordar eso.

Y el crucifijo es el signo eterno de amor y piedad más allá de la imaginación.