St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Dos Amores, No Uno Solo 2022-7-10 P. Roberto

 

 

Homilía para el Decimoquinto Domingo – Año C
Iglesia de Santo Domingo, Los Ángeles, CA
10 de julio de 2022

Título: Dos Amores, No Uno Solo
Tema: Debemos amar tanto a Dios como a nuestro prójimo aun cuando es un enemigo.
Lecturas: Deuteronomio 30, 10-14; Colosenses 1, 15-20; Lucas 10, 25-37

Un domingo por la mañana de 1961 en una ciudad en el estado de Alabama en el sur de los Estados Unidos había un grupo de afroamericanos que ese día recorría la ciudad en un autobús para protestar contra la segregación y el racismo. Ese día domingo era el Día de las Madres. 
Unas personas blancas, que, en esa misma mañana habían ido a los servicios religiosos del domingo en sus iglesias donde habían cantado, orado y alabado a Dios con Biblias en las manos, 
vieron el autobús lleno de manifestantes afroamericanos. Estas personas blancas, detuvieron el autobús, atacaron y golpearon a los pasajeros y luego incendiaron su autobús. ¿Cómo era posible que estos buenos cristianos que acababan de salir de su iglesia en el Día de las Madres, hicieran algo tan violento y anticristiano?

Bueno, para mí, este es un ejemplo extremo de algo de lo que todos somos capaces: todos podemos separar nuestro amor a Dios del amor a nuestro prójimo. En otras palabras, todos podemos decir oraciones muy devotas y cantar hermosos cantos alabando a Dios mientras estamos en la iglesia, y luego actuar como idiotas cuando estamos fuera de la iglesia tratando con otras personas. No podemos decir que amamos a Dios y, al mismo tiempo, maltratar u odiar a alguien. Eso es lo que dice el evangelista San Juan en su primera carta en el Nuevo Testamento: “Si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano o hermana, es un mentiroso; porque el que no ama a un hermano o hermana a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto” (1 Juan 4:20).

Creo que esto es lo que Jesús está diciendo en el Evangelio de hoy. Jesús está de acuerdo con el doctor de la ley que dice que el amor a Dios y el amor al prójimo son los dos mandamientos más importantes de la ley judía. Jesús no inventó esos dos mandamientos; ya estaban escritos en el Antiguo Testamento, en diferentes lugares, y eran bien conocidos por todos los judíos. 
Pero Jesús hace hincapié del hecho de que estos dos mandamientos son realmente solo un mandamiento y no pueden ser separados: tenemos que amar a Dios y al prójimo. Pero la verdadera genialidad de Jesús en el Evangelio de hoy es definir quién es nuestro prójimo por contar la parábola del Buen Samaritano. 

Es importante recordar que, en la época de Jesús, los judíos y los samaritanos se odiaban, y se habían odiado durante siglos; y Jesús, a propósito, convierte a un samaritano en el héroe de esta historia. El samaritano es el que tiene compasión de este judío que había sido golpeado y dejado casi muerto. El samaritano se tomó el tiempo para limpiar y vendar las heridas de la víctima y para llevarlo a una posada local y cuidarlo. Y luego incluso le pagó al posadero para que cuidara de este hombre que no solo era un extraño sino un enemigo de su pueblo. Y fíjense que los dos transeúntes anteriores que no se detuvieron para ayudar a la víctima eran un sacerdote judío y un levita, ¡dos personas supuestamente muy “religiosas y puras”!

El punto que Jesús está señalando, mis hermanos y hermanas, es que ser “religioso” simplemente por venir a la iglesia y orar a Dios no necesariamente te convierte en una buena persona; amar a Dios por mostrar compasión y amor por las personas es lo que te hace bueno.
¡Y en esta parábola, Jesús nos desafía a mostrar compasión y amor incluso a nuestros enemigos! Otra forma de decir esto es que lo que hacemos aquí en la iglesia no es tan importante como lo que hacemos fuera de la iglesia en nuestros hogares, en el trabajo, en la escuela, en nuestro vecindario, cuando manejamos nuestro automóvil, etc. Aquí en la iglesia está fácil para nosotros alabar a Dios y decir que lo amamos y que amamos a todos los demás; 
pero allá fuera es donde tenemos que demostrarlo, y eso no es tan fácil, sobre todo, cuando tratamos con gente diferente a nosotros, gente que cree o quiere cosas con las que no estamos de acuerdo, gente que no nos cae bien, gente que nos han hecho daño a nosotros o a un ser querido, o que son enemigos de nuestro país o de nuestro partido político, etc. Eso sí está difícil, ¿verdad?, mostrar amor y compasión a estas personas.

Si nos consideramos verdaderos seguidores de Jesús y verdaderos católicos, entonces debe existir una correspondencia entre lo que decimos, hacemos y pensamos aquí en la iglesia y 
lo que decimos, hacemos y pensamos allá afuera en el mundo; de lo contrario, estamos ofreciendo falsas alabanzas a Dios, y nuestro culto no vale nada. Tenemos que vivir nuestra fe 24/7, no solo en los domingos cuando estamos en Misa. Lo primero y lo último de una verdadera fe es el amor; y una verdadera fe cuesta precisamente porque el amor cuesta: 
cuesta tiempo, energía y sacrificio.

Hoy, Jesús nos desafía a amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerzas y ser, y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, incluso cuando nuestro prójimo es un enemigo. No podemos separar el amor a Dios y el amor al prójimo; tenemos que mantener ambos amores unidos. Dorothy Day, una santa mujer católica del siglo pasado, lo decía así: “Amas a Dios tanto como al que amas menos”. Entonces, ¿cuánto amas tú realmente a Dios?