St. Dominic Catholic Church

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Homilies


Santo pero No Perfecto 2021-12-26 P. Roberto

 

 

Homilía para La Sagrada Familia – Año C
P. Roberto Corral, OP
Iglesia Santo Domingo, Los Angeles, CA
26 de diciembre de 2021

Título: Santo pero No Perfecto
Tema: La santidad no significa perfección sino esforzarse por amar.
Lecturas: 1Samuel 1,30-22, 24-28; 1Juan 3,1-2, 21-24; Lucas 2,41-52

¿Cuántos de ustedes padres de familia en algún momento han perdido a uno de sus hijos en alguna parte, sea en un centro comercial, en un parque, en la playa, etc.? Es una sensación horrible, ¿no es así? Creo que todos los que estamos aquí – seamos padres de familia o no – podemos imaginar que ha de ser una experiencia terrible perder a un hijo así aunque sea solo por un rato. 

Bueno, acabamos de escuchar acerca de María y José, pasando cinco días de absoluta agonía buscando a Jesús – un día en la caravana saliendo de Jerusalén, un día para regresar, y luego tres días buscándolo en la gran ciudad de Jerusalén llena de gente desconocida. Y estoy seguro de que estaban temiendo lo peor: ¿Fue secuestrado? ¿Fue vendido como esclavo? ¿Estará herido? ¿Estará muerto? 

También estoy seguro de que estaban tentados a culpar uno a otro y tal vez también cuestionando a Dios por permitir que esto sucediera. Y aparte, probablemente estaban pensando que Dios se había equivocado por haberlos escogido a ellos para cuidar a su hijo. Han de haber habido mil pensamientos diferentes pasando por sus mentes durante esos cinco días agonizantes. 

Y luego, después de todo eso, cuando finalmente encontraron a Jesús en el templo, él casualmente le dice a su mamá: "¿Por qué me andaban buscando?" Bueno, a mi parecer, ¡no creo que María estuviera muy contenta con su hijo en ese momento! Ahora recuerden que María nunca pecó; sin embargo, me imagino que estaba bastante molesta con Jesús en ese momento, ¡y con razón! ¡Y yo les apuesto que cuando llegaron a casa Jesús fue castigado por al menos un mes!

Esta historia en el Evangelio de San Lucas – la única historia en los cuatro Evangelios que nos habla algo acerca de la juventud de Jesús –  nos muestra que ni siquiera la Sagrada Familia era perfecta. Ellos también tuvieron dificultades, desilusiones, malentendidos, estrés, sentimientos heridos e incluso ira en su vida familiar – puesto que todas estas experiencias son muy humanas y ninguna de ellas es necesariamente pecaminosa. Así que, la primera cosa que quiero decirles hoy acerca de este Evangelio y de esta fiesta de la Sagrada Familia es que la santidad no significa ser perfecto; y no significa estar libre de problemas o luchas con nuestros seres queridos. La Sagrada Familia de Jesús, María y José – era santa no porque eran perfectos o porque no tenían problemas que superar, sino porque trataban de solucionar sus problemas y luchas con amor. Ejercieron su santidad en los altibajos de su vida cotidiana. 

Así que, cuando nosotros experimentamos tensión, frustración o conflicto con nuestros seres queridos, lo que Dios nos llama a hacer es tratar de superar las dificultades lo mejor que podamos con paciencia, fe y amor. Eso es lo que significa ser santo, y, para la mayoría de nosotros, este es el camino principal a nuestra santidad. Por eso, la segunda cosa que quiero decirles hoy es que logramos la santidad no primordialmente por venir a Misa o por cualquier otro acto religioso – por importante que sean esas cosas – sino por vivir nuestra fe con amor, sobre todo en casa. En otras palabras, lo que hacemos en casa con nuestras familias y seres queridos es más importante de lo que hacemos aquí en la iglesia. 

Por ejemplo, aun si venimos a Misa cada día, pero luego en casa somos egoístas, groseros, irrespetuosos, causando problemas o no tratando de solucionar nuestros problemas con amor, 
no estamos siguiendo al Señor ni viviendo nuestra fe católica. ¡No nos sirve venir aquí a Misa si no estamos al menos tratando de vivir nuestra fe allá afuera! Nuestra prioridad como cristianos es esforzarnos a la santidad por tratar de vivir nuestra fe con paciencia y amor, especialmente en casa. Ahora bien, por supuesto, hay algunas situaciones familiares que son tan difíciles y graves que requieren intervención profesional o consejería, ya que pueden estar más allá de nuestra capacidad de resolver las cosas. Incluso pueden requerir que uno o más de los familiares salgan de la situación y sigan adelante en sus vidas aparte de los demás familiares. 

Pero para la mayoría de nosotros, nuestras experiencias de estrés, malos entendidos y conflictos familiares son oportunidades para que tratemos de crecer en la santidad por imitar la compasión, la comprensión y el cuidado de la Sagrada Familia el uno por el otro. Es en la familia donde Jesús se formó como ser humano, y también es donde la mayoría de nosotros nos formamos como seres humanos y donde encontramos a Dios en el día a día. Ya sea que tu familia es lo que llamamos una familia tradicional de una madre y un padre con sus propios hijos, o una familia faltando el padre o la madre, o una familia mixta, donde uno o ambos de la pareja traen consigo hijos de una relación anterior, o una familia donde los abuelos o los tíos o un hermano están criando a los hijos de otro miembro de la familia, o una familia adoptiva, o una familia en la que una pareja gay o lesbiana están criando a los hijos. 

Y también puede ser que tu familia sea más o menos normal y funcional o una familia disfuncional con muchos problemas. En otras palabras, sea como sea tu familia, estoy seguro de que no es una familia perfecta. Yo vivo con seis otros frailes en la rectoría, y ¡yo les aseguro que nuestra familia tampoco es perfecta! Ahora bien, si todos fueran más como yo, entonces seríamos casi perfectos, ¡pero lástima que no sea así! En serio, tu familia, entonces, no es perfecta, y puede ser que no sería la familia que hubieras elegido si hubieras tenido la opción; pero es tu familia tal como es. Es donde Dios ha elegido que estés.

Entonces, la tercera cosa que quiero decirles hoy es esto: tu familia – sea como sea – es donde Dios te ha puesto para que crezcas en la santidad. Y tu familia – sea como sea – puede ser una familia santa. Dios quiere que hagas tu mejor esfuerzo para que tu familia sea santa por tratar a tus familiares con compasión y respeto y por manejar los problemas con paciencia, fe y amor. Esto les toca a todos: a padres e hijos, a abuelos y nietos, a hermanos, a cuñados, a suegros, nueras y yernos – ¡a todos!

Hermanos y hermanas, la Sagrada Familia no era perfecta, pero era santa porque ellos trataron de superar sus problemas y luchas con paciencia, fe y amor. Dios quiere que hagamos nuestra parte para que nuestras familias también sean santas por hacer lo mismo. ¡Que nuestras familias sean más felices, más fuertes y más santas en el año venidero!